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Sáb. Sep 28th, 2024
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Solo mirarla era desgarrador. Era una niña de 12 años, con desnutrición, pequeñita y con un vientre abultado de seis meses de embarazo. Su padrastro la había violado en reiteradas ocasiones y, a los 11 años, quedó encinta.

El hombre huyó, las leyes le quitaron su custodia a la madre y la víctima terminó en una casa de acogida, sola, con el fruto de una violación destrozándole el cuerpo y la salud y, sin más ayuda que las psicólogas del Centro Ecuatoriano para la promoción y acción de la Mujer Guayaquil (Cepam).

La primera vez que Annabell Arévalo, psicóloga de esta institución, la vio, se le erizó la piel. La niña fue violentada en el contexto de la pandemia del Covid-19 y, según registros del Cepam, en la Fiscalía se reciben aproximadamente 11 denuncias diarias de violación. Las principales víctimas son niñas menores de 14 años y los perpetradores son personas del entorno cercano en el 95 por ciento de los casos.

A pesar de que esta menor de edad pudo haber optado por el aborto terapéutico, es decir, la interrupción del embarazo por razones médicas, en el Ministerio de Salud Pública no supieron cómo actuar, contó Arévalo.

Para la especialista, lo ocurrido el pasado 28 de abril, que la Corte Constitucional despenalizara el aborto por violación, es una puerta para erradicar estos vacíos y que las niñas que queden encintas a causa de este delito, puedan decidir si continúan o no con su embarazo sin ir a la cárcel.

Entre 2014 y 2018, 80 mujeres fueron judicializadas por su decisión de abortar. Al año, en el país 2.181 niñas menores de 14 años paren a causa de una violación. Es decir, 7 niñas dan a luz cada día.

Arévalo lamentó que el aborto no elimine la violencia, ni la despenalización obliga a abortar. “No es fácil tampoco el hecho de la adopción, que es un criterio que han difundido durante estos años de lucha. Para la víctima es una tortura recordar la violencia vivida a medida que su barriga va creciendo”, dijo.

Añadió que este es un primer paso, pero lo que se busca es que se erradique la violencia y que las mujeres tengan la oportunidad de decidir. Además, recalcó que no es que esta ley hubiera impedido abortos, porque sí se han dado. “Lo primero que hay que hacer es desnaturalizar la violencia. Que haya prevención. Esto que se ha conseguido es una mínima parte de lo que merecemos las mujeres”, comentó.

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