“Es un viaje de vacaciones con mi esposa y teníamos pensado vacunarnos si encontrábamos la oportunidad, y aquí en Grand Central la encontramos. Fue complicado, más que todo para turistas y con solo una dosis, que es la que queríamos”, explica uno de ellos, Dennis Alvarado, quien ha visitado Boston y tiene planeado dirigirse a Connecticut.

En apenas cinco minutos, la pareja es atendida por un empleado sanitario que les hace las preguntas protocolarias en español, y su esposa, Gina, dice haberse quitado “un peso de encima” mientras repasa el vídeo del proceso que ha grabado como recuerdo del viaje en su celular.

Este punto de vacunación abierto a turistas se suma a otros en estaciones de metro y a las unidades móviles que el alcalde, Bill de Blasio, ha anunciado que se establecerán en Times Square, el puente de Brooklyn, Central Park o el High Line, que eran lugares de peregrinaje para los visitantes antes de la pandemia y ahora recuperan su algarabía.

Incentivos versus privilegio

Con un 35 % de la población de EE.UU. completamente inmunizada y casi la mitad del país habiendo recibido al menos un pinchazo, el uso de incentivos para convencer a los restantes ciudadanos -cervezas, entradas para museos, sorteos de dinero- contrasta con la dificultad de conseguir una vacuna fuera de sus fronteras, donde es casi un privilegio.

Según la prensa, agencias de viajes por toda Latinoamérica ya gestionan visitas para que los turistas se vacunen contra el covid-19 en EE. UU., y se observa un claro flujo de mexicanos hacia destinos sureños como Texas, Arizona y Luisiana, que iniciaron la inmunización sin restricciones ni el registro del estado migratorio de los pacientes.

En Florida, que durante la pandemia ha atraído muchos visitantes nacionales por su laxo enfoque, la polémica sobre el “turismo de vacunación” llevó a las autoridades a imponer el requisito de presentar prueba de residencia, pero a medida que hay más población inmunizada y una abundancia de vacunas se trata de una manera más relajada. (I)