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EVENTOS
Mar. Jul 2nd, 2024
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Justo en el centro de la ciudad de Yuriria, Guanajuato, México; se encuentran dos árboles sin vida envueltos de historia llena de magia, cultura y tradición; que llevan entre sus ramas pasajes míticos, leyendas e identidad del municipio.

                                                           

Situarse en las raíces de esta obra de la naturaleza, es un sinónimo de tocar el pasado, por medio, de las maravillas que nos da el planeta, invitándonos a sentir la grandeza del pasado y del hoy; acompañado de un clima de calidez y humedad, donde la piel se estremece y los sentidos se potencializan.

 

Remontándonos en la época donde los ancestros habitaban este hermoso lugar, acontece que los chichimecas Barbaros del norte, asaltan el convento de la localidad; para esas fechas Antón Trompón indio cantor del convento, no se encontraba en el pueblo de Yuririapúndaro, a su llegada se entera del robo, convoca a los lastimados en la presa de Huarimbóndiro para intentar el rescate de lo robado, coge su clarín y los indios, se arman de arco y flechas para seguir los pasos de los chichimecas.

Los infractores fueron encontrados en una de las hondonadas del cerro de El Capulín ubicado al sur del pueblo, al llegar el alba Antón Trompón toca su clarín con gran ánimo, embistiendo a los chichimecas que sin orden y sorprendidos, se pusieron en huida dejando el producto de lo robado, quienes pensaron que era el temido Gral. Alonso de Sosa con sus soldados.

Los naturales de Yuririapúndaro entraron triunfantes con gran regocijo y alegría a su pueblo; uno con su mujer, otro con su hijo, otro con su hermano, cada cual con lo que les había sido robado y con la buena participación de Antón Trompón.

Motivados por el acto heroico realizado por Antón Trompón, los habitantes de Yuririapúndaro, en honor a este personaje, plantaron tres ahuehuetes (sabinos) en la huerta conventual, con la denominación de: “Antón Trompón,” “María Patueca” y “Niño Perdido” ya que después del ataque de los Chichimecas, no se pudo localizar al hijo de este matrimonio.

 

Los ahuehuetes permanecieron frondosos con bastante follaje, por cuatrocientos años aproximados, después de haber sido demolida la huerta conventual, se inicia la degradación de los elementos físicos y biológicos, flora y humedad, del medio ambiente que rodeaba a los ahuehuetes y con el paso del tiempo, fueron muriendo poco a poco hasta quedar completamente deshidratados, impidiendo realizar sus funciones vitales.

En la actualidad, se pueden localizar dos de ellos al lado norte del exconvento, María Patueca y Niño Perdido, ya que el tercero Juan Trombón, fue incendiado por accidente, en el año de 1909 por el custodio de la huerta conventual.

 

Créditos de la historia al Profesor Arturo García Constantino, Cronista Municipal de Yuriria Guanajuato.

Fotografías del banco de archivos de Gobierno Municipal.

 

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