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No existe una prohibición constitucional que impida al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, postularse para la reelección. A pesar de que la Constitución de su país establece límites legales que le impiden buscar un segundo mandato consecutivo, el controvertido mandatario ha anunciado que oficializará su candidatura este domingo. El partido del presidente, Nuevas Ideas, ha justificado la necesidad de que Bukele continúe en el cargo para mantener un modelo político que ha logrado reducir significativamente los niveles de inseguridad en el país centroamericano.
Sin embargo, voces críticas advierten que esto es un intento de perpetuarse en el poder y critican la deriva autoritaria del político. Bukele se ha defendido de estas acusaciones, declarando: ‘No soy un dictador’. Ha ocupado el cargo desde 2019.
La proclamación que tendrá lugar este domingo, junto a su vicepresidente, Félix Ulloa, marca el final de un proceso que comenzó en septiembre de 2021. En ese momento, los magistrados de la Sala Constitucional, nombrados por Bukele y leales al mandatario, hicieron una “interpretación” de la Constitución que establecía la viabilidad de la reelección en períodos consecutivos, allanando así el camino para que el popular presidente pueda buscar un segundo mandato.
Ese mismo año, el Tribunal Electoral anunció que aceptaría la resolución de los jueces y permitiría la inscripción de la candidatura de Bukele y Ulloa. La Constitución salvadoreña, vigente desde 1983, establece en su artículo 152 que no puede ser candidato a presidente “quien haya ocupado la Presidencia de la República durante más de seis meses, de forma consecutiva o no, durante el período inmediato anterior, o dentro de los últimos seis meses anteriores al período presidencial”. En otras palabras, no permite de ninguna manera dos mandatos consecutivos, aunque deja abierta la posibilidad de mandatos alternos.
Bukele cuenta con una enorme popularidad entre la población de su país, en gran parte debido a una dura ofensiva lanzada hace más de un año contra las pandillas y grupos criminales que aterrorizaban las ciudades salvadoreñas. Hasta la fecha, se ha detenido a al menos 68.000 personas, y las estadísticas oficiales muestran una reducción significativa en los índices de homicidios y otros delitos.
Sin embargo, organismos de derechos humanos han denunciado un uso excesivo de la fuerza y violaciones sistemáticas de los derechos humanos, incluyendo torturas, golpizas, estrangulamientos, hacinamiento extremo, violaciones del debido proceso, falta de garantías, detenciones masivas y muertes bajo custodia. Además de su polémica guerra contra las pandillas, Bukele ha consolidado su control sobre el aparato estatal. En 2021, el presidente ya había fortalecido su poder al obtener una victoria sin precedentes en las elecciones legislativas, logrando un número de diputados inédito que le ha permitido impulsar su agenda política.
El presidente ya había enfrentado críticas a mediados de junio, cuando inauguró los Juegos Centroamericanos y del Caribe en San Salvador. Bukele, rodeado de miles de seguidores que coreaban su nombre, se mostró sonriente durante la ceremonia de apertura de los Juegos y desafió a los periodistas que lo critican a visitar las ciudades del país y comprobar la seguridad que él ha logrado.
“No soy un dictador”, declaró Bukele en medio de los aplausos y aclamaciones de una audiencia que exigía la “reelección”. Los Juegos han sido una costosa puesta en escena valorada en 100 millones de dólares (aproximadamente 91,5 millones de euros) destinada a presentar al mundo un país seguro y propicio para los negocios, una especie de Singapur centroamericana, según las palabras del propio Bukele.
Bukele ha criticado a la agencia de noticias estadounidense Associated Press por un artículo sobre su aparición en los Juegos. AP citó a Alan McDougall, un historiador del deporte de la Universidad de Guelph en Canadá, quien hizo una comparación entre el uso de grandes eventos deportivos por parte de gobiernos autoritarios para mejorar su imagen. McDougall explicó que “organizar con éxito un evento internacional puede darle confianza a un régimen para actuar con impunidad.
El deporte es un atajo para ganarse a sí mismo, no necesariamente a la popularidad, sino simplemente a la aceptación”. El analista, según AP, hizo referencia “al uso del atletismo como herramienta política en la década de 1930, cuando Italia, bajo el gobierno de Mussolini, fue sede de la Copa del Mundo, y los Juegos Olímpicos se celebraron en la Alemania nazi”.
Bukele respondió burlándose en Twitter, su red social favorita para comunicar sus decisiones. Escribió: “AP literalmente me está comparando con Hitler y Mussolini. Reductio ad Hitlerum: hemos ganado el debate”. Aunque los salvadoreños celebran la reducción de los índices de criminalidad y muestran admiración hacia su presidente, las acciones de Bukele generan preocupación sobre un posible giro autoritario en su gobierno. Recientemente, las autoridades solicitaron a la Feria del Libro de Guatemala, la más grande de Centroamérica, que retirara del programa la colección de cuentos ‘Sustancia de hígado’ de la escritora salvadoreña Michelle Recinos.
Esta colección reúne relatos que critican el régimen de excepción impuesto por Bukele, las violaciones a los derechos humanos y las desapariciones forzadas. Al gobierno salvadoreño le molestó especialmente el cuento titulado ‘Barberos en huelga’, una narración conmovedora y alarmante que explica cómo el ejército tomó las calles y desapareció a miles de hombres jóvenes en su guerra contra las pandillas. Recinos escribió en Twitter: “El gobierno de mi país prohibió la presentación de mi libro. ¿Me desanima? Sí, mucho. ¿Nos callaremos? No. No nos van a silenciar”. Acciones como esta alertan a escritores, periodistas e intelectuales de El Salvador, quienes temen que la censura se vuelva algo común
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