Bogotá Federal

Columnista-Opinión: Carlos Fajardo

@CarlosFajardila

No salíamos aún del asombro, luego de la estrepitosa aceptación de cargos y manifestación de su deseo de convertirse en colaborador de la justicia, por parte del malcriado primogénito de la primera magistratura de la nación, cuando la locuaz y predecible Claudia López rompía nuestros tímpanos, ya maltrechos, con su novedosa propuesta de generar un cuerpo de policía independiente y un sistema de justicia paralelo para la ciudad de Bogotá.

 Luego de largas reuniones entre su camarilla de “expertos” y algunos representantes del gobierno nacional, la estridente funcionaria salió a medios con su sainete de luces y flashes, micrófonos por docenas y el volumen por lo alto, a compartirnos sus maravillosas propuestas: La luz al final del túnel, la postrera coca cola en el desierto de tres años y 8 meses de desidia e indiferencia frente al gravísimo problema de la inseguridad en la capital de la república.

 A ella, que en los últimos meses de su gris administración se le encendieron todas las luces de alarma en relación con la caótica, desordenada, insegura, anárquica ciudad que será su legado; a ella que no le servían ni la policía, ni el gobierno nacional, ni los jueces, ni el sistema penitenciario, todos ellos objeto de sus acerbas críticas y últimos responsables, según ella, del fracaso de su administración, no podía ocurrírsele otra cosa que no fuera generar unas nuevas entidades paralelas, por supuesto bajo su control, sostenidas con nuestros impuestos, algo así como unas nuevas y remozadas CONVIVIR, pero esta vez con aparato de justicia incluido. Faltaría ver si con leyes propias, diferentes de las que rigen a nivel nacional.

 Ni a Álvaro Uribe, padre de los terribles tres huevitos, se le habría podido ocurrir algo más ingenioso…

Una nueva carga burocrática para la ciudad, un nuevo gasto que se suma a los que sostenemos los bogotanos con nuestros impuestos, un novísimo delirio caprichoso de una funcionaria que si por algo se ha caracterizado es por su “indelicadeza” en el trámite de sus acciones de gobierno, el gasto abrumador, exagerado, abusivo en publicidad y los continuos y documentados reproches por corrupción, muchos de los cuales aún esperan el pronunciamiento de la justicia.

 La adalid anticorrupción se diluyó rápidamente en la retina de sus conciudadanos cuando afloraron los escándalos de Sobrecostos en la compra de teléfonos digitales, digiturnos, soportes para televisores, televisores, computadores portátiles para las subredes de salud, particularmente para la subred Centro Oriente, ambulancias para la atención prehospitalaria de los bogotanos, contratos opacos en diversas entidades distritales, además de la cuestionada Secretaría de Salud.

 La persona que se auto proclamaba de origen humilde, hija de una educadora, terminó mostrándose como una arrogante emperatriz por su forma de tratar a los ciudadanos humildes, su persecución inclemente a funcionarios honestos a quienes no dudó en poner en la picota pública, su abusivo ejercicio del poder que en mala hora le entregamos los bogotanos.

 Su prestancia académica se perdió en el océano de sus salidas en falso, su oportunismo y sus incongruencias…

¿Estaremos los bogotanos dispuestos a entregarle a esta fanfarrona los pingües recursos que se requieren para su osadas y locas iniciativas?

 A cuatro meses del fin de su nefasto mandato y, esperamos, de su carrera política, la señora busca desesperadamente un nicho, un asidero, antes que el torrente caudaloso de los reproches de la ciudadanía la aleguen en el desdén y la indiferencia.

 Quien quiere ser presidenta de esta comarca no oculta sus ambiciones: La primera alcaldesa de Bogotá fue una pésimo experiencia, sin embargo esperamos que con su desempeño no entrabe ese camino para muchas mujeres talentosas, honestas, diligentes, comprometidas que tienen mucho que aportar a esta ciudad y a esta nación.

El género no es garantía de idoneidad.

 La democracia nos da una nueva oportunidad, podemos cambiar el destino de esta ciudad, en estas épocas preelectorales se vuelven visibles los habituales invisibles, andan por ahí luciéndose, mostrándose los que guardaron silencio frente a los escándalos de la administración que por fortuna termina, no caigamos en la trampa, imitemos al patéticamente humano héroe Odiseo y hagamos oídos sordos a los cantos de sirena.

 Hay que votar con sensatez e inteligencia.