Las imágenes parecen de archivo pese a que se trataba del estreno, la primera presentación en esta serie llamada Eliminatorias Sudamericanas 2026, que contará con varios capítulos, y con Bolivia como uno de los protagonistas.
La secuencia, desde un inicio, parece también una historia vieja. Un equipo local, Brasil, que asume el dominio territorial, controla la pelota, se adueña de las acciones desde el primer minuto y busca resquicios en una defensa agobiada por los ataques, y convierte de entrada en figura al arquero del visitante, Bolivia.
Escenas que se repiten del pasado y en el partido, con un seleccionado brasileño que no parece ser el mismo de otras épocas en cuanto a calidad, pero que aun así le alcanza para mostrarse muy superior.
El arquero Guillermo Viscarra, que desbancó a Carlos Lampe, empezó siendo el tipo de la película o de la serie, una especie de ‘Billy the Kid’, que, en esta versión, era el personaje malvado que amargaba a los brasileños. Le detuvo un penal a Neymar de entrada con el partido empatado sin goles, intuyendo la dirección del débil disparo de la estrella del multimillonario fútbol de Arabia Saudita. Después tuvo par de espectaculares atajadas ante el mismo Neymar, en un mano a mano luego de una apilada a varios defensores, y un cabezazo a quemarropa de Richarlison.
Pero estaba demasiado expuesto por el dominio brasileño y los innumerables errores de una defensa frágil, insegura, de cinco hombres que no terminaron nunca de coordinar bien sus movimientos. La muralla infranqueable se fue desmoronando y, al final, terminó fallando en el último gol.
Penosa noche de Adrián Jusino y Roberto Carlos Fernández, los puntos más débiles, aunque Jairo Quinteros rayó casi a la misma altura. Jusino le sumó muchos errores a su infortunio, cometió un penal y habilitó a Rodrygo en el primer gol.
El “ruso” Fernández no lo encontró nunca a Raphinha en el lateral izquierdo. El jugador del Barcelona de España fue quien desarmó totalmente a la zaga nacional.
Tenía razón Neymar, cuando dijo, horas antes del encuentro, que estaba bien de la cabeza, pero no tanto del físico, pero que ello no sería problema porque el fútbol depende mucho del estado anímico (al fin y al cabo, empieza en la cabeza y termina en los pies). Al final, con algunos destellos y un par de goles, fue uno de los destacados, aun habiendo fallado un penal.
El esfuerzo de los mediocampistas no alcanzó para darle solidez al equipo. Costó recuperar la pelota y mucho más controlarla. Faltó, sobre todo, prestancia, esa mezcla de garbo y aplomo que sí se notaba en los brasileños.
Por eso, Bolivia estuvo siempre sometida a Brasil. Defendiéndose todo el tiempo y atacando casi nunca. Marcelo Martins padeció el partido mientras estuvo en la cancha. No remató una sola vez al arco brasileño.
Quien aprovechó muy bien sus pocos minutos en cancha fue Víctor Ábrego, con su reconocida vitalidad y ambición goleadora. Encontró una pelota en tres cuartos de cancha, encaró, superó en velocidad a su marcador y sacó el derechazo, logrando el único gol (golazo) boliviano.
Pero esa no fue la última escena de la noche, porque un nuevo descontrol defensivo permitiría en quinto gol brasileño, de Neymar.
Fue el triste final de una historia que se repite cada tanto. Y aunque parezca cosa del pasado, es presente.
La cruda realidad vuelve a tocar la puerta al fútbol boliviano que no alcanza la madurez.
El martes se rodará un nuevo capítulo de la serie, con Bolivia y Argentina como protagonistas estelares.
Esta vez la segunda parte tendrá que tener necesariamente un final feliz para aguardar ilusionados los próximos episodios.
Para ello, habrá que cambiar algunas cosas en el libreto, y, también, quizá, a ciertos protagonistas.
Fuente de esta noticias es El Deber: Leer más
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