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Sáb. Oct 5th, 2024
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La rebelión de Túpac Amaru, surgida en las postrimerías del siglo XVIII, en un contexto marcado por las impopulares reformas fiscales borbónicas, trasciende la mera confrontación armada y se erige como un capítulo fundamental en la historia de América Latina. La efervescencia social y política que culminó con el levantamiento de Túpac Amaru, en 1780, se forjó a lo largo de décadas de opresión colonial y explotación desmedida.

Las reformas fiscales borbónicas, promovidas por el rey Carlos III desde la metrópoli, tenían como objetivo centralizar el poder y aumentar la recaudación de impuestos en las colonias. Esta política resultó en una carga fiscal excesiva y la consiguiente exacerbación de la opresión sobre los indígenas, quienes ya soportaban condiciones de trabajo inhumanas, particularmente en las letales minas de Potosí, hoy Bolivia.

En medio de esta vorágine de abusos, la rebelión de Túpac Amaru se alzó como un grito de justicia y dignidad. Su liderazgo desafiante se convirtió en el faro de esperanza para un pueblo oprimido. El movimiento no solo aspiraba a la independencia política, sino que también promovía cambios sociales significativos en el seno de la América española.

La expansión vertiginosa de la revuelta, que partió de su epicentro en la provincia de Tinta, se extendió hacia el norte y el sur, llegando incluso a las inmediaciones del lago Titicaca y adentrándose en el territorio de la Audiencia de Charcas, hoy Bolivia. Esta oleada de resistencia inspiró un profundo cambio en la conciencia colectiva y una búsqueda de justicia y equidad.

Sin embargo, la brutal represión ejercida por las fuerzas coloniales contra Túpac Amaru y sus seguidores, marcó un episodio de violencia extrema. El líder rebelde fue sometido a torturas inhumanas, y su resistencia ante la adversidad se convirtió en un símbolo de valentía y dignidad.

La sentencia de muerte contra Túpac Amaru, redactada por José Antonio de Areche, el siniestro visitador, refleja la crueldad de un sistema colonial que buscaba preservar su tiranía económica. El objetivo de la condena no era solo eliminar la amenaza del líder rebelde, sino también borrar cualquier vestigio de la lucha por la justicia y la igualdad.

“La independencia propuesta por Túpac no era sólo un cambio político, implicaba modificar el esquema social vigente en la América española. Su movimiento produjo una profunda conmoción en el Perú, grandes transformaciones internas y amplias resonancias americanas. Decía un pasquín de la época: «muera el mal gobierno; mueran los ministros falsos, y viva siempre La Plata…. Y mueran como merecen los que a la justicia faltan y los que insaciables roban con la capa de aduana»”, explica a público.es Pepe Mejía, periodista y corresponsal para Europa de Lucha Indígena, y miembro del Colectivo Peruanxs en Madrid.

“Túpac Amaru, Micaela Bastidas Puyucawa -con quien se casó cuando tenía 20 años- junto con sus huestes comenzaron su revolución reteniendo al corregidor Antonio de Arriaga. Seis días después fue ejecutado. A partir de ese momento, y desde su epicentro en la provincia de Tinta, la rebelión se expandió con gran rapidez tanto hacia el norte (hasta el Cuzco ) como hacia el sur, llegando hasta el lago Titicaca para penetrar finalmente en territorio de la Audiencia de Charcas, hoy Bolivia”, señala por su parte la historiadora María Luisa Laviana Cuetos.

Fuente de esta noticia: https://www.lr21.com.uy/mundo/1471827-tupac-amaru-asesinato-ordenado-por-rey-carlos-iii

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