#Recomendado | Ya vienen los Reyes.com - Prensa Mercosur El diario online del MERCOSUR

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Javier Pertierra, corresponsal y conductor permanente del Podcast “Enlace Iberoamericano” de Prensa Mercosur en España

La otra tarde encontré a mi hijo, de 7 años, escribiendo un correo electrónico a los Reyes Magos. Le había dejado en el ordenador -como otras veces- para que jugase.

-¿Cómo encontraste esa web?- Inquirí sorprendido.

-Nada, ya sabes: lo busqué en Google. Asintió con infantil indiferencia.

-Metí, como haces tú, las palabras Reyes Magos en el buscador y me dio unas direcciones… Cogí la que mejor me parecía- me espetó con esa voz cantarina y la naturalidad terca propia de la edad.

Miré sorprendido la página de inicio: www.yavienenlosreyes.com. El diseño dejaba que desear. Pero ciertamente tenían el apartado: «escribe tu carta a los reyes magos». Agradecí que algún bendito hubiera pensado en ello.

Repasé los resultados de búsqueda y encontré otra página web: reyesmagos-web.com. Aseguraban haber tenido más de dos millones de visitas desde su construcción. Tenía un fondo musical de villancicos canarios y pertenecía a una asociación cultural de Tenerife.

Mientras las analizaba, el guaje volvió a la carga.

-¿Y a Papá Noel no sería bueno enviarle otro e-mail por si?- preguntó con picardía.

Tragué saliva manifiestamente. Mis neuronas se apresuraron a encontrar una salida a su multiplicado candor inquisitivo.

-Bueno. Ya sabes que nuestra tradición es de los Reyes. Pero Papá Noel también echa una mano. Son días de mucho ajetreo. Incluso los padres, en la medida de sus posibilidades colaboran. Si te parece vamos a indagar un poco a ver quien se ha modernizado más -resoplé.

Papá Noel daba 1.040.000 referencias en el antedicho buscador. Santa

Claus, la versión más anglo, 5.180.000. ¡Los Reyes Magos, 250.000! Nuestra cultura siempre fue un poco descreída tecno-científicamente hablando, Para demostrar el cambio de hábitos en las nuevas generaciones un fabricante de terminales asegura que ya se puede apreciar unos dedos pulgares mucho más desarrollados

Opté por averiguar, delante de la escrutadora mirada del infante y para guardar las formas, la ciudad de la leyenda de Papá Noel. Él ya sabía de dónde venían los Reyes: cerca de Irak; por lo que el chaval podía tener dudas acerca de la logística de distribución de Sus Majestades. Encontré: «Es la época más animada del año en el pueblo del abuelo más famoso, Rovaniemi, situado en el 96930 Círculo Polar, de la Laponia finlandesa. Durante estas fechas, los empleados del correo local no paran de trabajar. Aunque la atmósfera que se respira en las oficinas de Santa Claus generalmente es de buen humor, algunas cartas no siempre hacen reír.

De hecho, cerca de un tercio de los mensajes recibidos cuentan problemas familiares o tragedias en el mundo».

-¡Qué! -¿Le escribo otra carta a Papá Noel?- amenazó el chiquillo.

-No, que igual se ponen celosos los Reyes y te traen carbón de importación. -Le acerqué el teclado -¡anda, acaba de escribir la carta!

Mientras lo miraba creí adivinar donde vivía el porvenir: en la imaginación de los niños.

Los deseos de los niños en la Navidad nos enseñan a comprender que se puede construir, desde tradiciones distintas, vayan en reno o en camello tengan coronas o borlas, una cabalgata de ilusiones.

¡Feliz y Próspero Año Nuevo! Nos adaptamos, con singular destreza, a la magia de las nuevas tecnologías y no sabemos comprender que nuestros deseos pueden conformar el futuro.

Porque la mejor manera de predecir el futuro es creándolo en nuestro interior. Y luego crearlo.

Cuando repasé el historial de búsqueda descubrí que el niño había escrito: ¿Quiénes son los Reyes Magos?.

Creo que ambos mantenemos una ancestral ilusión navideña. No nos engañamos. Tal vez silencie sus dudas, o certezas, para contentarme,-y no le vayan a fallar los regalos-, Pero hay más. En el fondo estamos homenajeando, entre generaciones, al misterio de que las cosas sólo se cumplen si primero las deseamos.

Envie un mensaje electrónico a la memoria del niño que fui, después escribiría mi carta.