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Lun. Jul 22nd, 2024
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Cada vez hay más pruebas de que medicamentos como Ozempic y Mounjaro, desarrollados originalmente para la diabetes y aprobados después para la obesidad, tienen beneficios que van más allá de estas afecciones. Entre ellos figuran la reducción del riesgo de diez tipos de cáncer, protección contra enfermedades cardiacas y renales, y reducción de la inflamación sistémica, según investigaciones publicadas recientemente.

Esta clase de fármacos, conocidos como agonistas del GLP-1, incluye la semaglutida (aprobada como Ozempic para la diabetes de tipo 2 y Wegovy para la obesidad)  y la tirzepatida (aprobada como Mounjaro para la diabetes y Zepbound para la obesidad). Es probable que algunos de estos efectos protectores se deban a la pérdida de peso de los pacientes que toman estos medicamentos, pero los fármacos parecen tener otros efectos que mejoran la salud independientemente de la pérdida de peso.

“El efecto cardioprotector de la semaglutida observado en personas con obesidad se desarrolló a los pocos meses del inicio del uso del fármaco, mucho antes de que se hubiera logrado una pérdida de peso significativa en la mayoría de los participantes” en  un ensayo de 2022, afirma Daniel Drucker, médico-científico del Instituto de Investigación Lunenfield-Tanenbaum del Hospital Mt. Sinai de Toronto (Canadá), en un comentario publicado el jueves en Science. “El capítulo inicial de la innovación del GLP-1 se centró en el control de la glucosa y, más tarde, en la pérdida de peso”, escribe; “parece probable que las oleadas posteriores mejoren los resultados de salud en personas con una serie de trastornos crónicos”.

De hecho, un estudio reciente publicado en JAMA Network Open es el primero en sugerir que incluso la protección frente a ciertos tipos de cáncer podría estar entre las formas en que estos fármacos pueden ayudar a mejorar la salud. Las personas con obesidad tienen un mayor riesgo de desarrollar 13 tipos de cáncer, y la nueva investigación halló una reducción del riesgo de 10 de estos cánceres en pacientes con diabetes tipo 2 a los que se recetó un fármaco agonista del GLP-1, en comparación con la insulina sola.

Aunque el estudio fue amplio, con más de 1,6 millones de pacientes de Estados Unidos, tiene múltiples limitaciones que justifican un “optimismo cauteloso”, afirma William Murphy, inmunólogo especializado en cáncer de la Facultad de Medicina Davis de la Universidad de California (Estados Unidos) que estudia el impacto de la obesidad.

Tasas de cáncer más bajas

El estudio de JAMA analizó los historiales médicos electrónicos de 113 millones de personas de los 50 estados y comparó el riesgo de cáncer a lo largo de 15 años en 1,65 millones de pacientes que padecían diabetes tipo 2. Los investigadores se centraron solo en pacientes con diabetes tipo 2 porque sus recetas fueron rastreadas hasta 2018, cuando los medicamentos GLP-1 todavía estaban aprobados solo para la diabetes, explicó Lindsey Wang, directora del estudio y estudiante de segundo año en la Universidad Case Western Reserve de Ohio (EE. UU.) que ha estado estudiando bajo la tutela del autor principal, el fallecido Nathan Berger, durante los últimos cinco años. La semaglutida se aprobó por primera vez para la obesidad en 2021.

“Este estudio se suma principalmente al creciente cuerpo de evidencia que respalda todos estos diferentes efectos beneficiosos de los agonistas del receptor GLP-1”, dice Wang. “Para los pacientes y los médicos, queremos animar a ambos a considerar este potencial beneficio añadido de la prevención del cáncer cuando están seleccionando tratamientos para el control de la diabetes tipo 2, especialmente para los pacientes que tienen un mayor riesgo de desarrollar estos cánceres.”

En comparación con los pacientes a los que se prescribió insulina, los pacientes a los que se prescribió un agonista del GLP-1 tenían un 65 por ciento menos de riesgo de cáncer de vesícula biliar y un 62 por ciento menos de riesgo de un tumor del sistema nervioso central llamado meningioma.

También tenían un 59% menos de riesgo de cáncer de páncreas, un 53% menos de cáncer de hígado, un 48% menos de cáncer de ovarios, un 46% menos de cáncer colorrectal, un 41% menos de mieloma múltiple, un 40% menos de cáncer de esófago, un 26% menos de cáncer de endometrio y un 24% menos de cáncer de riñón.

También se observó una reducción del riesgo de cáncer de estómago, pero no fue estadísticamente significativa. Los resultados no mostraron diferencias en el riesgo de cáncer de tiroides ni de cáncer de mama posmenopáusico.

Cuando los investigadores compararon los pacientes a los que se habían recetado fármacos GLP-1 con los que habían recibido metformina, otro medicamento habitual para la diabetes de tipo 2, observaron cierta reducción del riesgo de cáncer de vesícula biliar y colorrectal, aunque, de nuevo, los resultados no fueron estadísticamente significativos. También observaron un riesgo 1,5 veces mayor de cáncer de riñón que fue estadísticamente significativo, un hallazgo que requiere más investigación para comprenderlo, escriben los autores.

Advertencias a tener en cuenta

Dado que el estudio JAMA Network Open sólo se fijó en a quién se le habían recetado determinados medicamentos, no fue posible determinar si los pacientes cumplimentaron esas recetas o durante cuánto tiempo tomaron la medicación. El conjunto de datos no revela si los pacientes perdieron peso.

Murphy destacó otras limitaciones del estudio que dificultan la plena comprensión de la relación entre los fármacos GLP-1 y la reducción del riesgo de cáncer. A muchos pacientes se les recetaron tanto agonistas del GLP-1 como metformina, pero los agonistas del GLP-1 no mostraron una reducción del riesgo en comparación con la metformina sola. Por tanto, a Murphy le hubiera gustado ver comparaciones entre pacientes que recibían insulina y pacientes que recibían GLP-1 sin metformina.

Además, sólo el 37 por ciento de los pacientes tenían sobrepeso u obesidad, por lo que sería útil ver comparaciones en el riesgo de cáncer sólo en esos pacientes, dice. “Hay que tener mucho cuidado antes de destacar que se trata de otro beneficio”, añade Murphy.

Sin embargo, Murphy se muestra cautelosamente optimista, ya que “la conclusión es que sí se observa una reducción de la incidencia del cáncer con los agonistas del GLP-1”, afirma, y es posible que esa reducción fuera aún mayor si los investigadores se hubieran centrado únicamente en pacientes con obesidad o sobrepeso.

Los estudios en humanos son confusos por todas las posibles variables que pueden interferir en la identificación de los efectos en los estudios observacionales, pero más estudios en animales podrían ayudar a “desentrañar algunos de estos diferentes factores y controlarlos”, dice Murphy.

Megha Poddar, endocrinólogo y especialista en medicina de la obesidad del Grupo de Endocrinología y Diabetes LMC de Toronto, no se mostró sorprendido por los resultados, pero señaló que el estudio no comparaba necesariamente “manzanas con manzanas”. Es decir, los pacientes que reciben insulina tienden a estar más enfermos que los que reciben agonistas del GLP-1 y pueden tener más riesgo de padecer cánceres relacionados con la obesidad, sobre todo porque la insulina puede contribuir al aumento de peso.

Pero dada la duración del estudio y la preocupación de algunos pacientes por los efectos a largo plazo de los fármacos GLP-1, estos resultados son tranquilizadores al no mostrar un mayor riesgo de cáncer, añade.

“Nos hace sentirnos un poco más cómodos en cuanto a la seguridad de la clase GLP-1, porque se está estudiando una población tan amplia durante un periodo de tiempo realmente largo”, afirma Poddar. “Hay mucho estigma en torno a estos medicamentos y a la permanencia en ellos durante mucho tiempo”, especialmente entre los pacientes con obesidad, dice, “por lo que es muy tranquilizador que los números no vayan en la dirección opuesta.”

Sonali Thosani, endocrinóloga del MD Anderson, coincidió en que es tranquilizador observar una reducción de los riesgos de cáncer con el uso a largo plazo de estos fármacos. “Cuando aparecieron por primera vez los GLP-1, existía cierta preocupación de que causaran un aumento del riesgo de cáncer de páncreas”, dice, y los estudios han mostrado resultados contradictorios sobre el riesgo de cáncer de tiroides con estos medicamentos, pero estos hallazgos son alentadores.

Aunque el estudio no puede demostrar que los fármacos GLP-1 reduzcan directamente el riesgo de cáncer, hay un par de vías por las que podrían inducir un efecto protector.

Según Thosani, se cree que la obesidad aumenta el riesgo de cáncer porque el tejido adiposo (grasa) libera hormonas inflamatorias que pueden provocar un crecimiento celular descontrolado. Con menos grasa hay menos inflamación.

La resistencia a la insulina (cuando el organismo se esfuerza por absorber el azúcar de la sangre, lo que conduce al desarrollo de diabetes tipo 2) impulsa el tejido adiposo disfuncional causante del cáncer, y los fármacos GLP-1 también ayudan a reducir la resistencia a la insulina, afirma Laura Montour, especialista en medicina de la obesidad de la Universidad de Washington en Seattle (EE. UU.).

Otras vías para reducir el cáncer

Otra vía por la que los fármacos GLP-1 pueden ayudar a reducir el riesgo de cáncer es el modo en que pueden modificar la conducta alimentaria de los pacientes, afirma Montour. Muchas personas que toman fármacos GLP-1 se sienten mal después de comer alimentos más procesados o con más hidratos de carbono. Tienden a anhelar alimentos más ricos en proteínas, por lo que un cambio hacia alimentos de mayor calidad puede contribuir no sólo a su pérdida de peso, sino a un menor riesgo de cáncer, dice.

Por último, una reducción de la inflamación gracias a los fármacos GLP-1 podría contribuir a disminuir el riesgo de cáncer, ya que éste es un “estado proinflamatorio”, afirma Poddar.

Karen M. Basen-Engquist, catedrática del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas, que estudia el comportamiento en materia de salud y el riesgo de cáncer, afirma que estos hallazgos complementan investigaciones anteriores que mostraban una reducción del riesgo de cáncer en pacientes que adelgazaban mediante cirugía bariátrica, aunque este estudio no incluía datos sobre si los pacientes adelgazaban o no.

La principal conclusión es que los fármacos GLP-1 pueden ser una opción mejor que la insulina para las personas con diabetes tipo 2 en riesgo de cánceres relacionados con la obesidad si el fármaco GLP-1 trata suficientemente la diabetes, dice.

“Obviamente, hay otros factores que los médicos y los pacientes tienen en cuenta a la hora de elegir fármacos para tratar la diabetes”, afirma Basen-Engquist, pero los pacientes que toman insulina tal vez quieran consultar con su médico si podrían obtener un beneficio adicional con un medicamento GLP-1.

Thosani señala que algunos pacientes han añadido un fármaco GLP-1 a la insulina y han adelgazado lo suficiente como para dejar de necesitar insulina. Dice que tiene sentido que un medicamento que trata la obesidad pueda provocar una pérdida de peso que a su vez disminuya el riesgo de cánceres asociados a la obesidad, pero es difícil determinar si los GLP-1 son la causa del menor riesgo de cáncer sin realizar más ensayos.

“Es muy probable que, a medida que tengamos más pacientes que reciban agonistas del GLP-1 para la obesidad, podamos encontrar resultados similares”, afirma Thosani.

Montour está de acuerdo en que los GLP-1 son herramientas estupendas.

“Estos medicamentos son complementos muy interesantes”, dice, “pero el estilo de vida también es muy importante en términos de dormir bien y hacer 150 minutos de ejercicio a la semana para la salud en general y probablemente también para la protección contra el cáncer.”

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2024/07/ozempic-mounjaro-reduccion-riesgo-cancer-obesidad

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