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Vie. Sep 13th, 2024
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Desde Madrid, Renato Opertti, Presidente del Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), experto en educación de la UNESCO y Coordinador de la Cátedra de UNESCO en Educación Hibrida en la Universidad Católica del Uruguay (UCU), concedió una entrevista a La Mañana, en la que analizó los diferentes problemas y desafíos que enfrenta la educación en nuestro país y en la región.

¿Cuáles son los puntos fundamentales para una transformación educativa adecuada?

Lo más importante es tener consciencia del calado de los cambios que se deben efectuar para que las nuevas generaciones vivan en un mundo sostenible, en el encuentro de culturas, tradiciones y aspiraciones distintas, en el cuidado y protección de la naturaleza y las relaciones humanas. El principio de una reforma es entender que estamos ante la imperiosa necesidad de fundar un nuevo modo civilizatorio que haga sostenible la vida en el planeta. Debe tener como prioridad la formación de seres libres, pensantes, autónomos, capaces de tomar decisiones basados en evidencias, de idear sus vidas de forma sostenible. Se trata de ayudar a cimentar un nuevo modo civilizatorio. Bajo ese entendido, todas las diferentes piezas del sistema educativo tienen alinearse en formar seres libres, pensantes, autónomos, creativos y que el educador tenga las herramientas y capacidades para desarrollar sus pensamientos.

¿La transformación educativa de la actual administración colmó sus expectativas?

La educación nunca colma las expectativas, ya que es una cuestión de progreso. Nunca se llega a decir que se completó algo, siempre se necesitan nuevos desafíos. Sí creo que la transformación educativa tuvo el mérito de plantear un conjunto de elementos que ya estaban presentes pero no se habían explicitado en una política educativa. Me refiero al enfoque de enseñar y aprender por competencias. Esto implica movilizar voluntad, emociones, habilidades y conocimientos para resolver desafíos.

Otro elemento importante es la intención de avanzar hacia una educación más integral, que también ya se había planteado, en términos de una educación básica de 3 a 14 años, y de adolescentes y jóvenes de 15 a 18 años. La idea es romper con las barreras y los obstáculos entre la educación primaria y la media.

El tercer punto para destacar son las nuevas modalidades de centros educativos, como los María Espíndola, que muestran indicios de una educación de más tiempo pedagógico, con más cercanía entre educador y educando, de conexión con la comunidad, se trata de una manera distinta de enfocar los centros educativos y darles mayor protagonismo. La transformación tiene esa intencionalidad, pero uno de sus puntos débiles es que no ha tenido, hasta ahora, una visión de cambio sistémico que entienda cómo las piezas deben alinearse y complementarse para tener más impacto en los aprendizajes, que son lo más importante, porque siempre hablamos de todo menos de ellos, que son fundamentales, sobre todos los relacionados a las alfabetizaciones fundacionales: lengua, matemáticas y ciencias.

Me da la impresión de que falta una teoría del cambio, de cómo formar una masa crítica de líderes educativos en diferentes niveles. Otro debe importante es que aún no tenemos claro el para qué de la educación. Todavía tenemos una educación muy refractaria de contenidos tradicionales y nos cuesta mucho pensarla en clave de futuro. Uruguay tiene un problema con el futuro. En ese sentido, a la transformación le falta una mirada más crítica en lo que refiere a los recursos necesarios para que los cambios impacten. Por lo demás, sigue pendiente la necesidad de un pacto educativo.

¿La pandemia del covid-19 fue un obstáculo para su desarrollo?

A nivel general, en el mundo, la pandemia irrumpió y trastocó los sistemas educativos. Su impacto fue muy importante en cuanto a debilitar los aprendizajes de los alumnos de los sectores más vulnerables. Uruguay, en virtud del plan Ceibal como herramienta formidable de inclusión tecnológica, fue de los países que mejor pudo amortiguar los efectos negativos de la pandemia.

Por otra parte, queda la sensación de que Uruguay no ha sabido aprovechar las bases formidables con que cuenta para avanzar de forma híbrida entre presencialidad y virtualidad. El país tiene condiciones para avanzar en esa línea ya que hay alta conectividad, acceso a dispositivos, plataformas y contenidos como bienes sociales, pero nos ha faltado el impulso para conectarnos con el mundo del mañana. Igualmente, me parece importante marcar que el Ceibal ha sido un gran amortiguador de los efectos de la pandemia.

¿Qué reflexión le merecen los malos resultados de las pruebas PISA obtenidos por el país?

Muestran una situación altamente preocupante en Uruguay. Las pruebas hechas con estudiantes de 15 años, que están dentro del sistema, muestran que una porción cercana a la mitad no logra suficiencias en las materias fundamentales. Y esos valores son mucho más altos en los sectores más vulnerables.

Las evaluaciones hechas durante los diferentes gobiernos, de distintos colores políticos, señalan que Uruguay no ha mejorado los aprendizajes en los últimos 20 años. Eso debe generar preocupación. Esa situación de déficit de aprendizajes de casi la mitad de los estudiantes se da en cuestiones fundamentales, las que nos hacen ser seres libres, pensantes, con capacidad de liderar nuestras propias vidas, y es mayor en los sectores más vulnerables, alcanzando a un 70% o 75% de los estudiantes de ese quintil. Tenemos un problema de aprendizaje también en las clases medias. Esto pone en discusión si hemos tenido la suficiente preocupación y hemos invertido, así como estudiado, cuáles son las estrategias más adecuadas de enseñanza. Uruguay ha descuidado los aprendizajes de las materias fundacionales y eso repercute fuertemente en el desarrollo de las personas, generando problemas de inclusividad y de democracia, la cual está comprometida a mediano plazo por los niveles de analfabetismo funcional de los jóvenes de 15 años.

¿El sindicalismo en la educación influye de forma positiva o negativa en los alumnos?

Esencialmente, el sindicalismo no debe verse como positivo o negativo. Se trata de entender cuál es su rol. En educación, los sindicatos cumplen un rol fundamental en la mejora de las condiciones de trabajo, salario, profesionalidad y todo lo que tiene que ver con la formación y dignificación docente. En ese sentido, me da la impresión de que son un actor necesario en la democracia. El problema es que hemos confundido roles, los sindicatos no necesariamente tienen que ver con los asuntos más técnicos, para esto están las Asambleas Técnico Docentes u otros espacios técnicos.

En esa confusión de roles también le cabe responsabilidad al sistema político, ya que ha descuidado o delegado la necesidad de una conducción política de la educación. La educación no se administra y gestiona en asambleísmos, sino con una conducción firme y potente, con liderazgo político. No compete a los sindicatos entrar en situaciones técnicas. No quiere decir que no tengan que opinar sobre temas educativos, sino que en una sociedad democrática cada uno debe estar asociado a un rol específico.

¿Cuánto incide la educación actual en la formación política y social de nuestros jóvenes?

La educación actual indudablemente tiene algunos debes importantes en cuanto a la formación de nuestros jóvenes. No estamos dándole el debido énfasis a una formación democrática intergeneracional. Nos cuesta mucho entender que los valores asociados a democracia, convivencia, solidaridad, inclusión, cohesión y justicia tienen que estar mucho más implicados en la formación de nuestros jóvenes. La educación está tan fragmentada en ofertas, niveles y disciplinas, que en realidad no estamos dando herramientas necesarias para entender la complejidad del mundo, la cual parece no estar llegando a la educación por lo fragmentada que está. Eso tiene consecuencias muy negativas y es un llamado de atención sobre la calidad del pensamiento y la visión del conocimiento que el sistema educativo comparte con los jóvenes.

Más allá de la formación en educación y valores, ¿hay un “día después” de que el joven finaliza su ciclo educativo?

La educación siempre mejora las oportunidades de vida. Hay una discusión respecto a si la educación aumenta los niveles de ingreso, ocupación y posibilidad de desarrollo de las personas. Queda claro que sin educación la persona está en condiciones muy desfavorables y está hipotecando su futuro. La educación es fundamental para formar en valores, en actitudes, en referencias, también para formar en pensamiento, con apertura intelectual y social para entender la sociedad en que uno vive. No es solo una relación causa-efecto sobre un salario. Es entender el mundo en que uno vive, cumple un rol. Egresar de un nivel educativo es completar un proceso.

En Uruguay estamos muy preocupados en aumentar los egresos –lo cual está muy bien–, pero estos tendrían que expresar el manejo solvente de cuestiones fundamentales como el manejo de la lengua, la ciencia, la matemática, la formación ciudadana, el humanismo. La preocupación por los egresos debe estar basada en una visión de aprendizajes de calidad. El egreso per se no dice nada si no está acompañado de un aprendizaje que valga por sí mismo.

¿Está de acuerdo con la propuesta del Álvaro Delgado de un bono económico para quien finalice la secundaria?

En primer lugar, me preocupa mucho que en Uruguay pensemos las políticas sociales como una cuestión de monetización, sin propuestas de soporte. Hay un problema muy serio, una visión reduccionista de que los problemas de la sociedad se resuelven dando un estímulo económico a las personas. Hay que tener cuidado con esto ya que puede llevar a pensar que no valen nada el esfuerzo ni el compromiso ya que hay que esperar al beneficio para actuar. Muchas veces las personas actúan por su voluntad, por su compromiso, por su motivación, por su deseo. No veo este problema solo en esta propuesta, sino en los diferentes partidos, que ven en las políticas públicas y sociales una cuestión de monetizar y transferir.

El segundo lugar, la propuesta de Delgado no está inscripta en una visión de la educación, de qué queremos con ese egreso. Está muy bien identificar y agendar ese problema de los jóvenes más vulnerables. La propuesta sirvió para poner la educación en la campaña, lo cual es positivo, pero terminamos sin una propuesta de soporte, no discutimos en qué tienen que ser formados ni para qué. No reconocemos la diversidad de los jóvenes con problemas de egreso en la educación media, qué están necesitando en realidad. Es una propuesta reduccionista y poco anclada en una visión real de los jóvenes que están en los quintiles más bajos, Es cierto que hay una porción muy grande que no egresa, pero ¿sabemos por qué no lo hace? Es un planteamiento centrado en un estímulo monetario.

¿Cómo se posiciona nuestro sistema educativo en relación con la región?

Si comparamos nuestro sistema con el de otros países de la región, logra aprendizajes de los más altos, junto con Chile. También tenemos una notoria debilidad en la tasa de egresos de educación media, que es baja. Es un problema muy serio comparado con otras sociedades que tienen un nivel igual o mayor de desarrollo. En la región nos destacamos por el plan Ceibal, que es una política de inclusión tecnológica exitosa, aunque más en lo social que en lo educativo. Pero Uruguay no ha prestado atención en lo pedagógico y cómo sostener los aprendizajes.

Iván Mourelle
Fuente de esta noticia: https://www.xn--lamaana-7za.uy/actualidad/la-educacion-siempre-mejora-las-oportunidades-de-vida/

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