Las mujeres ocupan el 47% de la población rural, quienes contribuyen al sistema productivo y de bienestar social a través del trabajo duro, sus experiencias y conocimientos.
Cada vez es mayor la participación femenina en la cadena alimentaria, ya sea en la producción, procesamiento, conservación y comercialización de alimentos. Asimismo, fortalecen su liderazgo en comunidades vinculadas a la producción agrícola, ganadera y forestal, y toda sus respectivas cadenas de valor, siendo impulsoras del bienestar rural.
En Paraguay, alrededor de 1.082.180 mujeres viven en áreas rurales del país y cerca de 407.631 mujeres rurales forman parte de la fuerza de trabajo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), provenientes de la Encuesta Permanente de Hogares Continua 2022.
Por su parte, el Censo Agropecuario Nacional (2022) reportó una participación del 37% de mujeres productoras agropecuarias a nivel país. Los departamentos con mayor presencia de mujeres productoras son: Concepción (45%), Guairá (43%), Canindeyú (41%) y Paraguarí (41%); y se da con mayor fuerza en los estratos de la Agricultura Familiar.
Las mujeres llevan adelante el campo
“Para la mujer paraguaya no hay nada imposible en relación al trabajo rural. Incluso ahora, nosotras estamos muy adelantadas en materia de tecnología”, resaltó Blanca Saiki, productora con 500 hectáreas de tierra en el distrito de Pirapó, Itapúa.
“Las mujeres están llevando el campo adelante”, afirmó orgullosa Aidee Hachen, productora y miembro del comité de mujeres en Minga Guazú km 24. Mencionó que hay una mayoría de mujeres del campo que están aportando mucho desde sus distintos roles, muchas de ellas ingenieras y buenas profesionales.
Por su parte, la ing. Estela Ojeda, gerente general del Instituto de Biotecnología Agrícola, señaló que cualquiera de las tareas de campo son una oportunidad para las mujeres. “El campo es una oportunidad para desarrollarnos en lo profesional y personal. Tenemos mucho que aportar al agro”, agregó y recordó que el desempeño dependerá de la actitud y aptitud para siempre procurar ser mejores.
“El espacio ganado por una mujer rural en el ámbito profesional es mediante una actitud resiliente, donde la formación académica marcó un hito importante en su actividad futura, utilizando recursos naturales, produciendo y transformándolo en alimentos”, añadió la Ing. Dólia Garcete, gerente general de Aprosemp.
La Ing. María Luisa Ramírez, asesora de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas, coincidió en que el campo siempre tendrá un lugar especial para quien trabaja buscando hacer algo útil y de la mejor manera posible. “En nuestro caso, siendo mujeres, agregamos un plus con aspectos como la sensibilidad a los detalles, que marcan grandemente la diferencia”.
Para Fernanda Romero, joven ingeniera agrónoma que incursiona en el mundo rural, es innegable que las mujeres son capaces de realizar grandes aportes al campo. “Debemos tener determinación, paciencia, tolerancia y sobre todo confianza en una misma porque puede ser difícil pero es un hermoso mundo”, añadió.
Desafíos
La población rural también se encuentra en situaciones de vulnerabilidad, enfrentando la falta de servicios básicos esenciales como atención sanitaria, educación y transporte. Invertir en programas que aborden estas desigualdades no solo beneficiará a las mujeres, también revitalizará las comunidades, garantizando un futuro más sostenible y equitativo.
La atención a las necesidades de las mujeres rurales no debe ser vista como una opción, sino como una necesidad. Las mujeres rurales juegan un papel fundamental en el mantenimiento de los núcleos rurales más pequeños y son cruciales para asegurar el relevo generacional en el campo.
El artículo 2º de la Ley Nacional N° 5446/2015 define a la mujer rural como “Aquella a quien su medio de vida e ingresos, está directa o indirectamente relacionado con la agricultura, la ganadería, artesanía u otra actividad productiva que se desarrolla en el ámbito rural y que se encuentra en situación de vulnerabilidad social, económica y cultural”.
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