Brasil advierte de una grave sequía también este año en la Amazonía

Las precipitaciones por debajo de la media en gran parte de la región, así como las previsiones de temperaturas por encima de lo normal, ya son motivo de preocupación para las autoridades con la llegada de la estación seca en la Amazonía.

El Centro de Gestión y Operaciones del Sistema de Protección de la Amazonía (Censipam) ha alertado a los órganos de defensa civil sobre la necesidad de medidas preventivas y de ayuda a las poblaciones más remotas.

La sequía en la Amazonía ocurre en la segunda mitad del año, y el pico de reflujo de los principales ríos de la región se concentra entre octubre y noviembre. En 2023, la Amazonía ya se enfrentó a una de las peores sequías de su historia, con una importante reducción del nivel de los ríos, lo que afectó al transporte de las comunidades ribereñas y, en consecuencia, a su acceso al agua, los alimentos y los medicamentos.

Según Flavio Altieri, analista del Censipam, los estudios apuntan a una sequía muy similar. “Tenemos los efectos del fenómeno de El Niño todavía interfiriendo en la región y el calentamiento de los océanos Atlántico Norte y Sur, que también interfiere con poca lluvia en la Amazonía.”

En los 12 meses transcurridos hasta abril de este año, el Monitor de Sequía de la Agencia Nacional de Aguas y Saneamiento registró un déficit de precipitaciones del 27%. Según Alan Vaz Lopes, Superintendente de Operaciones de Eventos Críticos, los niveles de agua y el caudal de los ríos de la Amazonía, aunque tengan grandes volúmenes, son muy sensibles a la falta de lluvias. “Un pequeño déficit de precipitaciones en un momento dado provoca una gran reducción de los niveles de agua y del caudal de los ríos. Por eso vemos ríos enormes que experimentan una reducción muy rápida de sus niveles de agua.”

Efectos inmediatos

Para los expertos, los efectos más inmediatos de la grave sequía pueden repercutir intensamente en la navegabilidad de los ríos. “Sobre todo las poblaciones más aisladas se verán afectadas porque, con los ríos innavegables, tendrán dificultades para desplazarse a comprar productos de consumo”, explica Altieri.

La economía de la región también podría resentirse, según el analista del Censipam. Sólo en los ríos Solimões, Amazonas, Madeira y Tapajós hay 4.695 kilómetros de vías navegables, a través de las cuales se transportaron 78,2 millones de toneladas de mercancías el año pasado, lo que representa el 55% de lo que se transportó por ríos en el país. “En el caso de las vías fluviales del río Madeira, cuando alcanzan un nivel inferior a 4 metros, la navegación nocturna ya se interrumpe. A medida que baja, puede llegar a detenerse por completo. Lo mismo ocurre en la cuenca del Tapajós”, advierte Altieri.

Energía

El abastecimiento energético del país es otro sector sensible, ya que la región concentra 17 centrales hidroeléctricas, responsables del 23,6% del consumo del Sistema Interconectado Nacional. Aunque otras estructuras de generación puedan ayudar en una eventual interrupción, siempre hay algún impacto en el país.

La sequía estacional en la Amazonía ocurre en etapas desiguales. Altieri pondera que, sin embargo, “la mayoría de las hidroeléctricas están en los ríos de la cuenca Araguaia-Tocantins y, aunque el nivel sea inferior al del año pasado, los niveles siguen siendo satisfactorios para generar energía”, dijo.

Por otro lado, es necesario planificar el abastecimiento de alimentos y agua potable, ya que la región cuenta con 164 puntos de captación de aguas superficiales que también podrían verse afectados por la grave sequía. “Como el río es la vía de acceso para la mayoría de las comunidades más aisladas, es interesante planificar para que los suministros, como alimentos y agua potable, puedan ser transportados con antelación y los impactos sobre estas poblaciones sean menores”, dijo.