China se incrusta en Antigua y Barbuda

La influencia de China en la región estratégica del Caribe avanza y mantiene encendidas las alarmas. Un paraíso natural en la isla de Antigua está a punto de ser derribado para convertirse en una zona económica especial controlada y dirigida por China, que incluirá un puerto de embarque, sus propias aduanas e inmigración (capaz de emitir pasaportes), una aerolínea dedicada, así como una variedad de negocios que van desde la logística hasta las criptodivisas y la cirugía estética, según indicó una investigación de Newsweek.

Antigua y Barbuda se adhirió a la Iniciativa de la Franja y la Ruta en 2018, y desde entonces ha acogido varios proyectos de infraestructuras críticas, como puertos, aeropuertos y sistemas de abastecimiento de agua.

Sin embargo, algunos antigüenses se sienten incómodos con la creciente influencia de China en la isla; algunos llegan a decir que “ha comerciado con su soberanía”, informó Newsweek. Los expertos advierten de que China pretende tener un firme dominio y control sobre la región, lo que supone un riesgo para la seguridad.

“No sólo existe la posibilidad de que estos puertos puedan ser utilizados para el reabastecimiento y las operaciones de buques militares en tiempos de crisis o conflicto. La presencia de China en los puertos de la región debería ser una gran preocupación”, explicó desde Washington el 8 de junio a Diálogo Henry Ziemer, investigador asociado del Programa de las Américas, del laboratorio de ideas Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. “El control de los puertos también brinda a China un poderoso activo de inteligencia pasiva, que suministra información sobre el número y los movimientos de mercancías en toda la región, así como la capacidad de potencialmente paralizar las cadenas de suministro, al retener o incautar envíos clave”.

“Se entiende la necesidad que tienen muchos países caribeños de aceptar la inversión china, pero hay varios riesgos involucrados. En primer lugar, muchas veces para los proyectos importan mano de obra desde China, negando la oportunidad de trabajo para la población local. Segundo, cuando se trata de infraestructura exigen una cuasi exclusividad y control de acceso total, negando la posibilidad de monitoreo de gobiernos nacionales, vulnerando su soberanía”, explicó a Diálogo el Dr. William Godnick, profesor del Centro de Estudios de Defensa Hemisférica William J. Perry, de los Estados Unidos. “Tercero, cuando se trata de infraestructura digital y 5G el costo parece bueno al principio, pero en la letra pequeña de los contratos están entregando toda la información que pasa por las redes de las empresas chinas y por ende al Gobierno chino”.

“La influencia negativa de la República Popular China en esta región pronto podría parecerse a la influencia depredadora y egoísta que ahora tiene en África”, aseguró la General del Ejército de los Estados Unidos Laura J. Richardson, comandante del Comando Sur de los Estados Unidos (SOUTHCOM), durante un panel de la Conferencia Anual de Seguridad Hemisférica, organizado en Miami por la Universidad Internacional de Florida y citada por la Voz de América el 20 de mayo. “Seamos claros, la República Popular China no invierte. Ellos extraen”.

“En los países caribeños más pequeños como Antigua y Barbuda, que pueden tener aún más dificultades para resistir la coerción económica de China, pueden descubrir que lo que se prometió como una ganancia económica inesperada se ha convertido en realidad en una pérdida de soberanía”, añadió Ziemer.

Aparte de las preocupaciones geopolíticas, el desarrollo previsto en la isla también suscita inquietudes medioambientales, ya que el proyecto se inmiscuirá en la mayor reserva marina de Antigua y en los manglares, que desempeñan un papel vital como hogar de muchas especies y protegen la zona costera.

Para los expertos internacionales, las actividades de China en el Caribe, sus escasas normas medioambientales y su pobre historial en todas las partes del mundo suponen un problema para una región que ya sufre el impacto de fenómenos meteorológicos extremos y pone en peligro las economías dependientes del turismo, al tiempo que destruye su “pan de cada día”, sus entornos naturales, informó el blog New Security Beat del Programa de Cambio Medioambiental y Seguridad del Wilson Center.