«¡Descubre los Secretos Ocultos del Halloween que Nadie se Atreve a Revelar!»

El Halloween tiene sus raíces en las antiguas celebraciones paganas de los druidas celtas, quienes celebraban el festival de Samhain el 31 de octubre. Este festival marcaba el final del verano y el comienzo de un nuevo año.

Se creía que durante esta noche los espíritus de los muertos volvían a la tierra. Los druidas realizaban rituales y sacrificios humanos para honrar a sus dioses, especialmente a Samhain, el señor de la muerte.

Usaban máscaras y disfraces para ahuyentar a los espíritus malignos. Encendían grandes hogueras para alejar a los malos espíritus.

La linterna de Jack, el trick-or-treat y las historias de fantasmas tienen sus orígenes en estas prácticas paganas.

Adopción por la Iglesia Católica

Cuando el cristianismo se extendió, la Iglesia Católica intentó cristianizar estas prácticas paganas al establecer el Día de Todos los Santos el 1 de noviembre.

Sin embargo, las costumbres paganas persistieron, como la creencia de que los espíritus de los muertos volvían a la tierra en esta noche.

Los católicos ingleses acostumbraban reunirse a la media noche del Halloween para orar por las almas de sus amigos que habían muerto, relacionado con el concepto católico del purgatorio.

Asociación con el Ocultismo y el Satanismo

Desde el siglo XIX, el Halloween ha sido considerado un tiempo «para hacer maleficios, hechicerías y adivinaciones», relacionado con los antiguos ritos druidas.

El autor de «La Biblia Satánica», Anton LaVey, considera al Halloween como uno de los días más importantes para los satanistas, cuando los poderes ocultos y la brujería alcanzan su máximo nivel.

Muchas de las prácticas del Halloween, como disfraces, linternas de calabaza, trick-or-treat, están relacionadas con creencias paganas y ocultistas.

Posición Cristiana

La Biblia advierte claramente contra este tipo de actividades ocultistas y demoníacas, considerándolas prohibidas:

«No dejes que haya entre vosotros quien practique adivinación, ni agorero, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para Jehová cualquiera que hace estas cosas» (Deuteronomio 18:10-12).

«Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda» (Apocalipsis 21:8).

«No os engañéis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios» (1 Corintios 6:9-10).

«Porque la brujería es pecado contra mí» (1 Samuel 15:23).

Muchos cristianos evitan participar en las celebraciones de Halloween por considerarlas incompatibles con la fe cristiana, ya que honran a Satanás y abren las puertas a fuerzas espirituales peligrosas.

Se recomienda a los cristianos apartar a sus hijos de estas prácticas y en su lugar llevarlos a la iglesia a buscar la bendición de Dios.