Parte de los bolsonaristas acampados frente al cuartel general del Ejército en Brasilia comenzaron a desmovilizarse este domingo (1º), día de la asunción del presidente Luiz Inácio Lula da Silva (PT).
Cinco autobuses estacionados cerca del campamento durante toda la mañana para llevarse a los manifestantes que llevan semanas allí. Por la tarde, otros diez buses llenos partieron del lugar.
Insatisfechos con la derrota electoral impuesta a Jair Bolsonaro (PL), defendieron, poco después de finalizada la segunda vuelta, un golpe militar que impidiera la toma de posesión de Lula. A primera hora de la tarde había unas 200 personas en el lugar.
Según militares que acompañan al movimiento, uno de los factores que contribuyeron a la desmovilización fue el viaje de Bolsonaro a Estados Unidos el viernes (30). El ahora expresidente deberá permanecer en EE.UU. durante un mes.
El hecho de que abandonara el país en medio de los llamados de sus seguidores a un acto que impidiera la toma de posesión de Lula se convirtió en fuente de críticas para algunos bolsonaristas, que se vieron abandonados con el gesto.
Los simpatizantes del expresidente maldijeron y lo llamaron cobarde tras el concierto de despedida de este viernes (30). Algunos de ellos siguieron la transmisión frente al Palácio da Alvorada, la residencia oficial, y abandonaron el lugar después del discurso.
En el campamento instalado en la puerta del Cuartel General del Ejército, los manifestantes aseguraron que Bolsonaro no les pidió que regresaran a casa y prometieron permanecer movilizados.
La escalada de violencia en actos antidemocráticos liderados por bolsonaristas colapsó el discurso público del entonces presidente Bolsonaro y sus aliados, quienes calificaron las manifestaciones de ordenadas y pacíficas y buscaron asociar las protestas violentas con grupos de izquierda.
Con casos de violencia que incluyen agresiones, sabotajes, saqueos, secuestros y tentativas de asesinato, las manifestaciones llegaron a su punto crítico y dieron la voz de alarma a las autoridades, que realizaron detenciones e incluso investigaron un posible delito de terrorismo.
Los responsables pueden ser sancionados en los tribunales con base en la Ley Antiterrorista, legislación que los mismos bolsonaristas intentaron endurecer para castigar a los manifestantes de izquierda.