Luiz Inácio Lula da Silva jurará como presidente de Brasil este domingo (1) bajo estrictas medidas de seguridad en la capital brasileña después de las amenazas de violencia de los partidarios de su predecesor de extrema derecha, Jair Bolsonaro.
La ceremonia del Congreso comienza a las 15:00 horas (18:00 GMT), luego de lo cual Lula se dirigirá al Palacio del Planalto para enfundarse la banda presidencial frente a una multitud de 30.000 simpatizantes, mientras que se espera que alrededor de 300.000 se reúnan para celebrar en la explanada de los Ministerios.
Lula, de 77 años, derrotó por poco a Bolsonaro en octubre para ganar un tercer mandato presidencial sin precedentes después de una pausa que lo vio pasar un año y medio tras las rejas por cargos de corrupción que luego fueron anulados. En sus años anteriores como presidente, de 2003 a 2010, el exlíder sindical sacó a millones de brasileños de la pobreza durante un auge de las materias primas que impulsó la economía.
Ahora, enfrenta el abrumador desafío de mejorar la economía estancada de Brasil mientras une a un país que se ha polarizado dolorosamente bajo Bolsonaro.
“Se espera mucho de Lula. Tendrá la difícil misión de restablecer la normalidad y la previsibilidad en Brasil y, sobre todo, entregar rápidamente resultados que mejoren la calidad de vida de sus habitantes”, dijo Creomar de Souza, director de Dharma Political Consultoria de riesgos en Brasilia..
Bolsonaro partió de Brasil hacia Florida el viernes, evitando tener que entregar la banda a su rival, cuya victoria aún no reconoce, y al mismo tiempo se deshizo de cualquier riesgo legal inmediato relacionado con su mandato.
Sus partidarios protestan desde hace dos meses porque se robaron las elecciones y piden un golpe militar para evitar que Lula regrese al poder, en un clima de vandalismo y violencia. Un simpatizante fue detenido por fabricar una bomba que fue descubierta en un camión cargado de combustible de aviación en la entrada del aeropuerto de Brasilia, y confesó que pretendía sembrar el caos para provocar una intervención militar.
Las autoridades desplegaron 10.000 policías y soldados para reforzar la seguridad en las celebraciones del domingo y buscar a los participantes, a quienes no se les permite traer botellas, latas, astas de banderas o pistolas de juguete. También se prohibió temporalmente el porte de armas de fuego por parte de civiles.
Los organizadores dijeron que delegaciones de 50 naciones y 19 jefes de estado y de gobierno, incluido el Rey de España, habían confirmado su asistencia.
El viernes, antes de volar a Florida, Bolsonaro pronunció un emotivo discurso a la nación, en el que condenó el ataque como un “acto terrorista”, pero elogió a los manifestantes acampados frente a algunos cuarteles del ejército en el país.
Gilson Dantas Carmini