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Columnista de Opinión : Carlos Fajardo

Cuenta X “Fastidiardo”

En medio del sistemático ataque mediático, porque sí o porqué no, al presidente de Colombia Dr. Gustavo Petro, el cuestionamiento de sus más elementales decisiones y nombramientos, la guerra sucia de calumnias e improperios, la descarada participación en política de funcionarios al final de su periodo, convertidos en denigradores de oficio del gobierno del cambio (Barbosa, Claudia López, Margarita Cabello), las investigaciones de la Justicia transicional avanzan.

Las declaraciones de los uniformados asesinos y de otros asesinos arrepentidos que lideraron las oscuras fuerzas del paramilitarismo cercan al gran manipulador y lo obligan a salir al público con sus ya habituales declaraciones de inocencia y sus ataques feroces llenos de injurias y calificativos atroces en contra de sus contradictores o contra la propia Justicia.

En una declaración reciente el expresidente atacó a la JEP, puso en duda sus investigaciones y manifestó su discrepancia con el informe final de ese organismo. Su desacuerdo con la justicia sólo se resolverá en un juicio. Por supuesto que no está de acuerdo, claro que lo niega todo, no puedes esperar arrepentimiento ni compasión ni empatía de un sujeto hacia quien los dedos acusadores de víctimas y victimarios apuntan cada vez con más firmeza y contundencia. El cerco se cerrará en torno a él, ojalá que la justicia logre emplazarlo, juzgarlos y condenarlo mientras viva…

La prensa del establecimiento, la de los cacaos, la del ejercicio mercenario y dirigido de ocultamiento y deformación de la realidad, hace eco de sus declaraciones y se une a los aullidos de sus compinches.

Como si tuviera realmente mucha trascendencia y credibilidad lo que el señalado expresidente diga, ya nadie espera que, parafraseando al mendaz comunicador que hizo el ridículo en las pasadas elecciones de los EEUU, “en un acto de gallardía” el pusilánime determinador reconozca que hubo crímenes de estado bajo su mandato, mucho menos su responsabilidad en los mismos. Lo de él no es la “gallardía”, tampoco la lucha frentera ni leal, lo suyo, como ya nos tiene acostumbrados, es el veneno, el señalamiento y la mentira, ese es el terreno donde mejor se desempeña, ese es el espacio que domina.

Un alto funcionario de la ONU, el relator de la justicia transicional, aseguró en una entrevista recientemente concedida a Noticias UNO que “

Hace poco, en una manifestación de adeptos y líderes del Centro Democrático, el partido oscuro politiquero, en la ciudad de Medellín – su indiscutible bastión cuyo gobierno pretende recuperar con el controvertible y cuestionado Federico Gutiérrez y una brutal campaña de desinformación y difamación en contra del ahora exalcalde Daniel Quintero- un parroquiano anónimo confronta a los el expresidente Uribe tiene responsabilidades en relación con los hechos cometidos durante su gobierno y también cuando era gobernador” y que “negar los falsos positivos, como él lo ha hecho, es intentar tapar el sol con la mano”, seguidores de Uribe y les recuerda hechos de violencia y corrupción acontecidos en esa ciudad durante gobiernos uribistas.

Hasta hace unos años era impensable por lo riesgoso para la vida del osado una situación como esa.

De inmediato la horda responde con ultrajes y amenazas, intentos de agresión física que no arredran al joven quien continúa haciéndoles su reclamo.

Un sujeto en redes sociales sale a atacar al ciudadano que discrepa, asegura que es un “imbañable”, eufemismo con el que probablemente haga referencia a que, según el trinador, se trata de un muchacho humilde, que no posee una camioneta ni atavíos blancos clorhidrato, y lo acusa de ser un provocador, de agresiones verbales que el video no revela, anuncia demandas, denuncias, excomunión y destierro (Léase desplazamiento forzoso) contra el presunto provocador.

Es la respuesta habitual de las hienas, de las fieras ahora huérfanas del poder por voluntad del pueblo que engañaron, timaron, manipularon, adocenaron y masacraron para mantener sus vergonzosos privilegios, su absurda inequidad, su paraíso de oropel en medio del hambre, cabalgando sobre las necesidades de la mayoría, robando a manos llenas, incitando a la violencia fratricida.

No, pues, qué miedo. Qué pena incomodarlos, que osadía cantarles la tabla, el andamio pérfido y mendaz se les cayó y se les sigue cayendo, su convocatoria es cada vez más larvaria, su imagen cada vez más “imbañable”. Ya no infunden temor sus amenazas. Su tiempo pasó.

Cada día somos más los que osamos cantarles de frente las verdades, los que no les tememos.

Ahora la amenaza, su único argumento, no es el plomo, es la demanda. Pues bien, salvo por el temor a las decisiones de una justicia arrodillada, a los comentarios pérfidos de una prensa mercenaria y hegemónica, en verdad un juicio público nos permitiría refutar sus mentiras, traer a colación y demostrar con rigor su infame gesta.

Al rato y en otro contexto, el primo hermano del fallecido gran capo del cartel de Medellín, ideólogo de cabecera del oscuro determinador e instigador de la violencia selectiva y de los falsos positivos, sale con un refrito en contra del Presidente Gustavo Petro, asegura el citado activista de la ultraderecha que Gustavo Petro estaría inhabilitado para ser presidente, dado que fue juzgado y condenado por un tribunal militar cuando era militante del M19.

Omite decir el señor Gaviria, de los Gaviria de Pablo Emilio Escobar Gaviria que, mientras su primo hermano lo cubría con su tenebrosa ala, en tanto violaba sin rubor alguno todo el código penal; su mentor, Álvaro Uribe, condenaba al país a otra ordalía de violencia de estado y para estado, instigaba masacres y genocidios; él, entre tanto, denigraba y señalaba, urdía y conspiraba.

Omite decir que si hay alguien investigado en Colombia es justamente Gustavo Petro, que se han removido todas las piedras de los caminos que ha cruzado, todos sus actos públicos y privados, todos sus dichos, sus trinos, sus exposiciones, tratando de buscar actos repudiables, impedimentos, inhabilitaciones, se le ha acusado de todo, se le ha amenazado, ultrajado a él y su familia cercana, se ha atentado en su contra, como sucedió alguna vez en Cúcuta, sin que hayan podido conculcar sus derechos, limitarlo, inhabilitarlo o desparecerlo de la escena política colombiana.

Ahora nos regala, de su tósigo incendiario una muestra elocuente. El gran primo revisionista del sanguinario capo omite, amparado en las brumas de su Alzheimer, que no el pérfido velo intencional y tendencioso, que lo de Petro fue una detención, no un juicio ni condena y que hubo también una amnistía.

Como buen adepto y seguidor incondicional del patrón de las Convivir, el señor José Obdulio es todo un experto en acertijos perversos y malintencionados, un cerebrito a sueldo de los peores asesinos, un difamador de salón, su lengua viperina le habló al oído del gran sátrapa, señaló, propuso salidas inicuas. ¿Cuántas víctimas yacen de sus murmuraciones?…

El M19 y el estado declararon tablas, no hubo vencedores ni vencidos, ni generosas concesiones, ni capitulaciones: Hubo un esforzado y exitoso proceso de paz que los amigos de la guerra y la parentela narcotraficante del deshonesto “opinador” intentaron sabotear a sangre y fuego.

Bajo los preceptos terribles de un infame “estatuto de seguridad” los asesinos a sueldo del estado detuvieron a un juvenil Gustavo Petro por su activismo y lo sometieron a terribles torturas. No lo doblegaron, pero tampoco le drenaron suficientes razones para matarlo. Muchos no sobrevivieron…

Mucho tiempo después una adepta canalla del Matarife se quejó de que no lo hubieran asesinado. No puede explicarse la infame fanática cómo fue que no pudieron ejecutarlo, ellos, tan expertos que se volvieron en asesinar contradictores, desmembrarlos y tirarlos al rio, cremarlos para desaparecer evidencias.

Tal vez si lo hubieran hecho hubiéramos tardado lustros en conocer los detalles de la infiltración paramilitar y narco fascista del Estado. Tal vez el mesías estuviera aún en el poder.

Pero no contento con sacar el refrito miserable, el poeta de lupanar, José Obdulio, el que creció a la sombra abyecta de los peores asesinos que parió Antioquia y ensangrentaron a Colombia con sus crímenes: Su primo Pablo Escobar y su mentor político, trae a colección una exhaustiva descripción con la que pretende ultrajar al ahora exalcalde Daniel Quintero y de carambola también a Petro. Pero esa descripción minuciosa más bien parece hablar del mismo José Obdulio y de su sacrosanto caudillo, a quienes les cae como anillo al dedo, tanto al propio vate de sentina, como al expresidente…

“—¡Oh bellaco villano, malmirado, descompuesto, ignorante, infacundo, deslenguado, atrevido, murmurador y maldiciente! ¿Tales palabras has osado decir en mi presencia (…), y tales deshonestidades y atrevimientos osaste poner en tu confusa imaginación? ¡Vete de mi presencia, monstruo de naturaleza, depositario de mentiras, almario de embustes, silo de bellaquerías, inventor de maldades, publicador de sandeces, enemigo del decoro que se debe a las reales personas! ¡Vete, no parezcas delante de mí, so pena de mi ira!”

Que buena descripción hace Cervantes, el genio español, de un tipo como él. De hecho, se acerca mucho a una pormenorizada semblanza de ese otro delincuente, Álvaro Uribe, el nuevo basilisco, instigador de la peor violencia que ha padecido Colombia, aunque en este caso se queda corto…

Se están abriendo las puertas del infierno para el gran protagonista e instigador de la violencia en Colombia en los últimos veintitrés años, el monstruo redivivo que renace de las oscuras toldas de la ultraderecha, del NAZIURIBISMO, la versión actualizada del criminal Laureano…

Su llegada a la JEP difícilmente será voluntaria, aún con el peso formidable de las confesiones de sus “buenos muchachos”, sus condecorados “héroes” y las dolorosas declaraciones de las víctimas de su “seguridad democrática”, infame sarcasmo con el que se justificó el genocidio.

El vil determinador, el abyecto autor intelectual del genocidio sale a deslindarse de sus obsecuentes sicarios con uniforme, lo hace sin rubor, su rostro surcado por la infamia no revela ningún asomo de vergüenza, arrepentimiento ni compasión con las víctimas.

Sus palabras, pronunciadas mecánicamente, como una grabación de call center, son una retahíla libreteada que no demuestra otra cosa que la execrable insensibilidad del protervo caudillo, su indiferencia ante el sufrimiento y la agonía de “la chusma”, tal como pudimos ver los colombianos hace algunos años cuando el alcalde de El Roble anunciaba en público su próxima ejecución y le pedía infructuosamente su protección.

La pregunta que nos hacemos cada vez más y más colombianos es ¿Cuándo será citado el vetusto figurón ante la JEP? ¿Cuándo su nombre será pronunciado por la justicia internacional de DDHH? ¿Cuántas más confesiones se requieren para que ese infame sujeto rinda cuentas ante la justicia?

El cerco de la justicia en torno a Álvaro Uribe se sigue cerrando. Cada declaración de militares ante la JEP acusando como instigador de sus crímenes a Mario Montoya, sujeto de la entraña del cuestionado politiquero, además de su reciente confesión “Yo di la orden” no dejan duda acerca de su cada vez menos presunta y más documentada responsabilidad.

Uno lo escucha y no puede creer que pueda alguien exhibir tanto cinismo, ser tan absolutamente indiferente ante el sufrimiento de las víctimas, no sentir ni asomo de vergüenza ni dolor por esos horribles hechos qué confiesan de viva voz los perpetradores. En vez de ello y después de ver y escuchar con horror y amargura las declaraciones de los exmilitares ante la JEP somos sacudidos por las declaraciones del expresidente Uribe, según él “La JEP estimula a reconocer delitos no cometidos”.

Su defensa, como siempre, se basa no en contra argumentar, mostrar alguna prueba por ínfima que sea de su inocencia, sino en denigrar de sus contradictores y de quienes rigurosamente llevan las investigaciones sobre los hechos criminales cometidos durante su nefasto gobierno.

El presidente de la JEP riposta invitando al señor Uribe a rendir una declaración libre y voluntaria como testigo ante el organismo de justicia transicional, aportar su verdad. El imputado no responde, antes, por el contrario, convoca a las fuerzas residuales de su languideciente poder a participar en una marcha para “respaldar” a los militares.

Agobiado por las evidencias, cada vez más irrefutables, de su responsabilidad en los falsos positivos, el cínico expresidente convoca a una “marcha de las antorchas” para homenajear a los militares que han confesado sus execrables delitos ante la JEP, pero que para el señor Uribe no son más que víctimas de una justicia que busca una retaliación en contra suya.

Algunas decenas de individuos acuden al llamado, lanzan arengas e improperios en contra de la JEP, de Gustavo Petro, hacen el saludo nazi. Las fotografías de la ínfima marcha se difunden en medios y redes sociales. El reproche y desprecio de la sociedad los cubre.

Patética la convocatoria de las fuerzas abyectas de la caverna, su marcha de la antorchas, evocadora de aquéllas que se hicieron en la Alemania de Hitler, contó con la participación de algunas pocas decenas de insensatos. La “masiva” marcha de las antorchas promovida por la ultraderecha para enaltecer a los asesinos confesos de las fuerzas armadas no es más que una descarada y cínica provocación de la caverna que evoca marchas análogas del nazismo. Es el cuarto Reich en ciernes. De inmediato empieza a circular el hashtag #NAZIURIBISMO.

¿Pero por qué una marcha de antorchas? ¿Por qué la metáfora de llevar una antorcha para que Colombia no se apague?

Porque el NAZIURIBISMO tradicionalmente ha medrado en medio del conflicto, la ultraderecha incendiaria se ha alimentado de la conflagración, porque en el sálvese quien pueda la gente asustada e iracunda no se detiene a pensar. Actúa con precipitación, insensatamente, ve enemigos donde no los hay, ataca sin provocación al que esté por ahí, generando una espiral de violencia e inseguridad para que, sobre los cadáveres de las víctimas, la ultraderecha asesina saque pecho y se presente como la salvadora, los mesías de un país en camino al abismo, los bomberos del gran incendio con sus mangueras poderosas aspersoras de gasolina.

Como si fuera poco y después del consabido ataque e intento de invalidación de las declaraciones de Salvatore Mancuso, una comisión de expertos investigadores se desplaza hacia la frontera con Venezuela para validar sus denuncias de cremaciones de víctimas de los paramilitares. En ese lugar, en un remoto paraje donde medraron, con financiación de terratenientes y apoyo del estado, los paramilitares, se encontraron los vestigios, convenientemente enterrados, del Auschwitz de Uribe: Unos hornos donde el confeso asesino Mancuso declaró que se hicieron cremaciones de campesinos reacios a entregar sus tierras o activistas sociales y ambientales.

Los hornos crematorios no fueron utilizados para desaparecer falsos positivos, lo fueron para desaparecer evidencias de los asesinatos selectivos de líderes campesinos o de campesinos inocentes que se negaban a abandonar o malvender sus tierras. Nunca sabremos a cuántos mataron…

A diferencia de esas víctimas, los falsos positivos tenían que ser mostrados para poder reclamar las infames recompensas que les daban por obedecer la abyecta directiva e inflar las estadísticas de bajas en una guerra fratricida y asimétrica contra la ciudadanía inerme. Los Judas asesinos traicionaron al país.

Al respecto de este atroz hallazgo, que confirma literalmente todo lo declarado por Mancuso, asegura en un trino el gran Pepe Mujica: “Me comentan que un tal Mancuso dio la ubicación de hornos crematorios en Colombia. Estoy sorprendido. El gobierno de Álvaro Uribe fue oscuro y maléfico. Estas cosas lo reafirman. Esto debe ser noticia mundial. Nos montaron en Sudamérica un nazismo criollo”

El cínico culebrero que se burló de las familias de las víctimas de los “falsos positivos” al declarar que los jóvenes asesinados “no habían ido a recoger café” sale a desmentir al actual presidente con el débil argumento de la ausencia de “facturas” de las espurias recompensas.

Asegura el patán del teflón desgastado que no hay evidencia de un solo pago por asesinar inocentes durante sus funestos periodos al frente del gobierno, o sea que además de promover el asesinato de inocentes no pidieron facturas de los gastos realizados con dineros públicos.

Ni más faltaba, tras de ladrón bufón, seguramente no pidieron factura por los pollos y arroces chinos, los pasajes y estadías con los que recompensaba a los asesinos, hoy confesos. Expertos en trucar las contabilidades, la única contabilidad que hicieron minuciosamente fue la de “litros de sangre”.

 #UribeDioLaOrden.

En recientes días el Presidente Petro define una terna de juristas para que sea considerada por la Corte para llenar la vacante de un magistrado de la Corte Constitucional quien termina su periodo. De inmediato salen de todas partes las voces de la oposición para cuestionar la preparación, independencia e idoneidad de los candidatos propuestos por el presidente.

¿Entonces la idea es que provengan de la entraña de la ultraderecha fascista a la que Ud. admira? La selección de la terna es discrecional del señor Presidente, seguramente no pensará en llevar a ese escenario a personas que saboteen las decisiones y aspiraciones de cambio.

¿De dónde sacan que el presidente debe hacer una convocatoria pública para conformar las ternas que constitucional y discrecionalmente debe enviar a diferentes órganos?

¿Si la ley no lo impide es ilegal o delictivo? ¿Si no es ilegal o delictivo se puede hacer? ¿A qué ética se refiere? ¿A la de los políticos que atacan sin cesar al presidente, a la del cristianismo genocida o a la del periodismo basura?

El presidente hace un llamado y convoca a las fuerzas progresistas para que de viva voz y con su masiva presencia respalden al gobierno del Cambio. La convocatoria es atendida por centenares de miles de colombianos, pero, como siempre, la prensa y la oposición intentan descalificar a quienes atienden el llamado, afirman que, así como ellos acostumbran, los participantes fueron pagados con recursos públicos, forzados a participar en las, estas sí masivas, manifestaciones.

Mentiras, calumnias, verdades a medias, falsas noticias, entrampamientos, refritos, amenazas, persecución judicial, falsos positivos, cremaciones, silencio, ocultamiento, todos los recursos de una aviesa oposición al gobierno del cambio, perfectamente compatibles con todo un prontuario de crímenes que se han venido revelando por la acción rigurosa y valiente de la Justicia Especial para la Paz.

La luz de la verdad hiere sus tenebrosas pupilas, pero la verdad es el camino a la reconciliación y el perdón. No hay de otra, hay que persistir en el propósito de esclarecer los hechos repugnantes que han marcado nuestra Historia.


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