Sudamérica posee más del 50% de las reservas de litio del mundo, un mineral estratégico en la era de las baterías y que las principales potencias lo necesitan desesperadamente. Estados Unidos es uno de esos países, por más de que se encuentre intentando acelerar la descarbonización del país y priorizar las cadenas de suministro y valor nacionales. Sí es cierto que el mundo atraviesa una era de transición a la energía limpia, aunque los principales países que la promueven se encuentran buscando activamente aprovisionarse del suministro de minerales, tal y como el litio.
Como ya fue mencionado, un claro ejemplo de este objetivo es Estados Unidos, país que ha remarcado en múltiples ocasiones la importancia del litio para su poder nacional y lo fundamental de “cuidar sus recursos”, haciendo mención a aquellas reservas ubicadas en América del Sur. Estas declaraciones, realizadas por la encargada del Comando Sur norteamericano, Laura Richardson, han generado cierta polémica en múltiples ocasiones.
En este contexto, el gobierno de Biden ha iniciado conversaciones con los principales países poseedores de litio en América del Sur, como Bolivia, Argentina y Chile. Estos últimos tienen acuerdos con múltiples empresas internacionales, en su mayoría procedentes de China y Australia, mientras que Estados Unidos aumenta la presión por obtener su porción de las reservas del mineral. Para muchos, este interés tiene intenciones estratégicas y geopolíticas, mucho más que para priorizar la producción nacional de baterías y otros elementos que precisan del litio como sustento principal.