La Iglesia católica, principalmente a partir de la figura del papa Francisco, las iglesias evangélicas y la colectividad judía, no escaparon al impacto de declaraciones o del posicionamiento ideológico de Javier Milei.
Constituyó un hecho novedoso, sin precedentes desde la vuelta a la democracia. Casi todas las principales confesiones religiosas quedaron envueltas en la larguísima campaña electoral. La Iglesia católica, principalmente a partir de la figura del papa Francisco, las iglesias evangélicas y la colectividad judía, no escaparon al impacto de declaraciones o del posicionamiento ideológico de Javier Milei, que les provocaron marcadas diferencias internas acerca de cómo pararse.
Todo arrancó allá por 2018, cuando Milei empezó a disparar munición gruesa contra el pontífice argentino en las redes sociales y en las radios y los programas de televisión. Descalificaciones por promover la justicia social, que el libertario considera “un robo a quien trabaja”, acusaciones de ser “la encarnación del Maligno” y hasta insultos soeces provocaron, tras resultar el candidato más votado en las PASO, que los curas villeros decidieran oficiar una misa de desagravio al Papa.
Aquella misa no contó con el beneplácito de la cúpula del Episcopado -que agrupa a todos los obispos del país- porque consideraba que la campaña electoral no era el mejor momento para trenzarse con un dirigente político. Y, sobre todo, porque un oficio religioso no es un recurso adecuado. Pero la insistencia de Milei en criticar a Francisco -lo acusó de “tener afinidad con dictaduras sangrientas”- obligó al presidente del Episcopado, el obispo Oscar Ojea, a salirle al cruce.
Posteriores declaraciones del principal referente de los curas villeros, el padre Pepe Di Paola, diciendo que un católico no puede votar a Milei obligaron a la Conferencia Episcopal a hacer trascender que esa afirmación era “a titulo personal” del sacerdote. Es cierto que el papa había advertido en marzo acerca de riesgo que entraña el descrédito de los políticos que, en un caso extremo, pueden dar lugar al ascenso de monstruos como Hitler, pero nunca mencionó al libertario.
Massa quiso sacar provecho electoral de los cruces de Milei con la Iglesia. Y, de paso, tratar de mejorar su relación con el papa, afectada desde sus tiempos de jefe de gabinete de Néstor Kirchner, cuando Jorge Bergoglio le achacó una operación para eyectarlo del arzobispado porteño. En el primer y último debate presidencial le pidió que se disculpara, cosa que el libertario dijo que ya había hecho en privado porque no tiene problema en hacerlo si se equivoca.
Milei comenzó a decir, además, que recibiría a Francisco “con los honores de jefe de Estado y de la Iglesia católica” si finalmente decide venir al país. Pero su referente intelectual, el ultra liberal Alberto Benegas Lynch (h), propuso en un acto partidario “romper relaciones con el Vaticano” mientras “haya una mentalidad totalitaria”. El libertario tuvo que aclarar que era una propuesta personal de quien la formuló, no de su espacio, La Libertad Avanza.
Finalmente, una versión consignada la semana pasada por el reconocido diario católico francés La Croix, en el sentido de que el papa solo vendría al país si ganaba Massa, obligó a Francisco a desmentirlo. “Mi viaje no depende de ninguna cuestión partidaria”, les dijo a sus allegados. Mientras tanto, los curas villeros no se dieron por vencidos y el jueves afirmaron en una declaración que un triunfo de Milei sería “un peligro” para el país.
También entre los evangélicos, a medida que ascendía Milei, crecían las tensiones. Concretamente, entre la progresista Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) -que integra la Iglesia Metodista, perseguida por la última dictadura- y la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA), que agrupa al 85 % de las iglesias evangélicas y que tuvo un rol destacado en la oposición a la legalización del aborto.
Al entrar el libertario en el balotaje, FAIE cuestionó las propuestas más polémicas de Milei que este luego relativizó sobre portación de armas y venta de órganos: “Rechazamos cualquier proyecto que promueva la libre portación de armas. Más armas es más violencia”, dijo. Y señaló: “Somos Templo del Espíritu Santo. Por lo tanto, ni las personas, ni parte alguna de su cuerpo pueden ser compradas o vendidas”.
Además, en una implícita referencia a las posiciones en relación con el terrorismo y la represión ilegal en los años setenta de la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza, Victoria Villarruel, FAIE sostuvo: “La sangre de las víctimas de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por la última dictadura en nuestro país sigue clamando al cielo por Memoria, Verdad y Justicia”.
En cambio, ACIERA se declaró prescindente. Pidió “un voto a conciencia y responsable, de acuerdo con los principios y pensamientos con los que cada uno se identifica”. Y señaló: “Nuestras comunidades de fe contienen la mas amplia diversidad de posiciones e ideologías políticas, algo que implica para nosotros una gran riqueza en tiempos de intolerancia al que piensa distinto”.
De paso, aclaró que nadie representa políticamente a los evangélicos. “Ningún partido político puede representar a las iglesias evangélicas, más allá de los evangélicos que lo integren”, afirmó. A la vez que recomendó “no mezclar o confundir las funciones pastorales con la vocación por la cosa pública, respetando en todo las libertades y elecciones individuales de los creyentes”.
La decisión de Milei -que se declara de origen católico- de acercarse al judaísmo suscitó opiniones encontradas en la colectividad judía. El libertario decidió, hace dos años, empezar a estudiar La Torá y recurrió al jefe de la Comunidad Judía Marroquí de Argentina (ACILBA), con sede en el barrio porteño de Palermo, el rabino observante Shimon Axel Wahnish.
En julio, Milei fue a Nueva York a visitar la tumba de uno de los rabinos más influyentes del siglo XX: Menachem Mendel Schneerson, conocido como el Rebe de Lubavitch, en alusión a la comunidad observante. En el acto de cierre de cara a la primera vuelta proyectó la imagen del shofar, un instrumento de viento que suena ante la llegada del Año Nuevo judío.
Algunos lucían gorras con el lema “Fuerza del Cielo”, una abreviatura de una expresión del libro de Macabeos: “No es del tamaño del ejército de lo que depende la victoria en la batalla, sino del cielo la fuerza”. En la DAIA, aprecian que Milei estudie La Torá, pero lamentan que no haya asistido a su encuentro anual en el que sí estuvo Sergio Massa.
En tanto, unos 4.000 artistas e intelectuales judíos progresistas difundieron una carta en la que critican las “expresiones de odio” del libertario y su “uso político del judaísmo, sus textos y sus símbolos.”. Y le achacan “declaraciones de contenido discriminatorio, misógino, contrario a la diversidad sexual, la pluralidad política y la convivencia democrática”.
La comunidad musulmana no quedó involucrada en la campaña. Sin embargo, aunque sus referentes dicen que la guerra en Medio Oriente no es entre religiones, no es difícil imaginar lo mal que cae entre los islámicos el propósito de Milei, si llega a la presidencia, de trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, imitando a Donald Trump.
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