El diputado fue blanco del enfado y la decepción de los simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro, que prefirieron viajar a Estados Unidos y eludir la obligación de entregar la bandera al sucesor del PT.
“Arresten al bandido. Estoy decepcionado. Mourão defraudó a todos”, el grito aislado de un hombre frente al Cuartel General del Ejército resume lo poco que quedó del campo extremista que, desde la elección del PT Luiz Inácio Lula da Silva , insistieron en un coro de golpe militar para impedir la toma de posesión del presidente electo. Este domingo (1ro / 1ro), le quedó al vicepresidente Hamilton Mourão.
El diputado fue blanco del enfado y la decepción de los simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro, que prefirieron viajar a Estados Unidos y eludir la obligación de entregar la bandera al sucesor del PT.
La manifestación de Mourão en la televisión nacional, el último día del año, se convirtió en una de las últimas esperanzas de los golpistas. Ni una palabra salió del diputado, senador electo, en apoyo de romper las normas constitucionales. En este domingo de toma de posesión del presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva, el clima era de indignación entre los pocos extremistas que aún permanecen frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia. Muchas personas desmontan sus tiendas de campaña para abandonar el lugar donde se han quedado durante semanas.
El fuerte olor a podredumbre en ciertas zonas del sitio, debido a los restos de comida y orina. Entre la mayoría de la gente, lo que se escuchó es que “todavía no está todo perdido” y que “nada está 100% terminado”. Algunos grabaron videos en celulares, en un ambiente de indignación, para publicar en redes sociales.
Aunque el expresidente Jair Bolsonaro lleva unos días en Estados Unidos, todavía una pancarta invitaba a Bolsonaro a asumir la presidencia este domingo.
Desde lo alto de una plataforma que aún sobrevive, uno de los manifestantes intentaba ajustar su discurso. Pidieron a los pocos que quedaban que lo acompañaran a coro exigiendo a la Justicia Electoral que presente el código fuente de la urna. Según los extremistas, sin el código fuente no hay forma de confiar en el resultado de las elecciones. La confiabilidad de las máquinas de votación electrónica ya ha sido atestiguada por los organismos de inspección y por el Tribunal Superior Electoral (TSE).
El clima de desmantelamiento del campamento alcanzó incluso a los pocos vendedores ambulantes que aún quedan allí. Si antes vendían la camiseta de Brasil a R$ 40, ahora, la pieza que se convirtió en símbolo de los bolsonaristas se vende a mitad de precio.