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Algo raro está pasando en el agua. En todos los océanos de la Tierra, los peces están disminuyendo y nadie sabe por qué. Ocurre con el salmón cerca del Círculo Polar Ártico y con las rayas en el Atlántico. Según un análisis reciente, casi tres cuartas partes de las poblaciones de peces marinos muestreadas en todo el mundo han visto disminuir su tamaño medio entre 1960 y 2020.
La sobrepesca y el cambio climático provocado por el hombre están reduciendo el tamaño de los peces adultos, amenazando el suministro de alimentos de más de 3.000 millones de personas que dependen del marisco como fuente importante de proteínas.
Como los peces son más pequeños, hay menos carne que cocinar por captura. Los científicos están tratando de averiguar por qué los peces responden al aumento de la temperatura de los océanos reduciendo su tamaño.
“Se trata de una cuestión fundamental”, afirma Lisa Komoroske, bióloga conservacionista de la Universidad de Massachusetts en Amherst. “Pero aún no entendemos por qué”. “¿Cómo es posible que lo sepamos desde hace tanto tiempo pero no entendamos los mecanismos?”, añadió.
Una razón indiscutible por la que tanta vida marina es cada vez más pequeña es la pesca. Tanto a los pescadores recreativos como a los comerciales les gusta capturar peces grandes. Esa búsqueda de los grandes deja atrás a los pequeños.
Rick Stuart-Smith, biólogo marino de la Universidad de Tasmania, Australia, ha estudiado arrecifes de coral de todo el mundo. Dice que puede saber si una zona protegida ha sufrido la pesca ilegal por el pequeño tamaño y a veces incluso la timidez de los peces que ve mientras bucea.
En las zonas verdaderamente protegidas “se ven incluso peces grandes en hábitats que no son ideales”, afirma. Pero hay muchas especies marinas que sufren poca presión pesquera y que siguen disminuyendo. Para investigar por qué, Komoroske y su colega, Joshua Lonthair, decidieron cultivar sus propios peces.
La pareja comenzó su experimento con sardinas en California hasta que la pandemia cerró el laboratorio en 2020. “Recibimos una llamada diciendo que las instalaciones cerraban a medianoche”, relató Lonthair. “Estoy en el laboratorio tomando las últimas medidas en esos peces para nuestra primera serie de mediciones”.
La pareja reanudó su trabajo en Massachusetts con unas 400 truchas de arroyo criadas hasta ocho meses en tanques. Los científicos mantuvieron a algunos de los peces en aguas a 12 grados Celsius y a otros a 20 grados Celsius. Todos recibieron la misma dieta.
Al final del experimento, la diferencia era notable. Las truchas criadas en aguas más cálidas tenían de media menos de la mitad de tamaño que los otros peces. “Es evidente”, afirma Komoroske. “No es que no se necesiten estadísticas, pero tienen tamaños claramente diferentes”. En el océano, el fenómeno está tan extendido que tiene un nombre: la regla temperatura-tamaño.
Durante años, la principal teoría de por qué los peces crecen hasta tamaños adultos más pequeños en aguas más cálidas tenía que ver con sus branquias.
Los peces, a diferencia de los humanos, no pueden regular bien su temperatura corporal. Por eso, cuando aumenta la temperatura del agua, también lo hace el oxígeno que necesitan. Pero, según algunos científicos, la limitada superficie de las branquias de los peces no podía satisfacer la demanda adicional de un cuerpo más grande, lo que les llevaba a interrumpir su crecimiento.
“Ese es el punto crucial”, afirma Daniel Pauly, biólogo marino de la Universidad de Columbia Británica que desarrolló lo que hoy se denomina teoría de la limitación de oxígeno en las branquias. “Las branquias no van tan rápido como el volumen”. El cambio climático no estaba en absoluto en su mente cuando empezó a desarrollar la teoría en los años 70 al estudiar diminutos peces tropicales.
Pero más recientemente, cuando Komoroske y Lonthair diseccionaron la trucha de arroyo, descubrieron que las branquias de los peces criados en aguas cálidas eran más que suficientes para satisfacer las necesidades energéticas de los animales, según un estudio publicado a principios de este año. En el caso de la trucha de arroyo, la principal teoría sobre el encogimiento de los peces parecía errónea.
“No importa en qué especie lo hagamos”, dijo Lonthair. “Si es una teoría global que las branquias van a limitar el crecimiento, no debería importar si es una trucha de arroyo o una sardina o cualquier otra especie”.
Pero Pauly dijo que hay una forma diferente de interpretar los datos sobre la tasa metabólica que muestra que las branquias sí limitan el crecimiento, y que otros estudios de las branquias de otros peces también apoyan su teoría. Añadió que otros científicos que intentan refutar su teoría de siempre están tratando de “arponear a una gran ballena”.
Komoroske dijo que su equipo no está tratando de “buscar pelea” con su investigación. “Así es como se supone que funciona la ciencia”, dijo.
Averiguar exactamente por qué los peces se encogen en aguas más cálidas es clave para ayudar a los gestores a prevenir la sobrepesca en el océano abierto que se está calentando y para ayudar a los acuicultores a elegir los peces adecuados para criar.
“Estamos ciegos a la hora de solucionar problemas si no entendemos qué los está causando en primer lugar”, afirma Timothy Clark, profesor de la Universidad Deakin de Australia que ha realizado experimentos similares sobre peces y temperatura.
Otras explicaciones son que los peces han evolucionado para mantenerse pequeños y sobrevivir a los periodos de calor, o que algún otro sistema corporal, además de las branquias, limita la absorción de oxígeno y el crecimiento.
Sea cual sea la razón, el fenómeno de la disminución del tamaño de los peces podría remodelar los ecosistemas. “En los ecosistemas marinos y acuáticos, el tamaño determina si eres presa o depredador”, explica Asta Audzijonyte, de la Universidad de Tasmania, que también estudia el tamaño de los peces.
Los peces más pequeños pueden producir menos huevos, lo que podría alterar los ecosistemas a medida que aumenta la temperatura de los océanos. Para quienes dependen del mar para su subsistencia, todos esos filetes más pequeños tienen un precio más bajo.
“Es un problema para la pesca”, afirma Art Bloom, pescador de salmón en la bahía de Bristol, en Alaska, con más de tres décadas de experiencia. “No se presentan tan bien en el supermercado”. A lo largo de su carrera, ha tenido que pasar de utilizar redes con aberturas de 127 milímetros a otras con aberturas de 102 milímetros a medida que los salmones que capturaba se hacían más pequeños.
Pero hay signos de salud del ecosistema. Inês Martins, ecóloga de la Universidad de York, Inglaterra, que descubrió que casi tres cuartas partes de los peces marinos estaban disminuyendo de tamaño, afirma que muchas de esas mismas especies están aumentando en abundancia incluso cuando el tamaño medio de los cuerpos disminuye. “Siempre hay ganadores y perdedores”, afirma.
(c) 2024 , The Washington Post
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Curly Howard es, sin dudas, uno de los personajes más queridos de las series que trascendieron generaciones. En blanco y negro, con chistes y escenas desopilantes, Los tres chiflados (The Three Stooges) aparecieron en la pantalla estadounidense en 1923, pero en 1934 se incorporó Jerome Lester Horwitz para darle vida al hombre calvo que recibía constantes golpes (no siempre actuados) por parte de Moe o Moses, su hermano mayor en la vida real.
El querido Curly fue parte del trío comediante hasta 1946, cuando la etapa más oscura llegó a su vida: un accidente cerebrovascular grave lo dejó incapacitado para seguir actuando y fue reemplazado por su hermano Samuel Horwitz (Shemp Howard en la tira cómica). Al año siguiente, fue diagnosticado con hipertensión, hemorragia retinal y obesidad, cuadro general que seguía agravando su estado de salud hasta que, en 1949, sufrió el segundo derrame cerebral y al poco tiempo tuvo pequeños ACV, por lo que debió ser internado de urgencia en el Hospital Cedars Of Lebanon en Hollywood. Murió el 18 de enero de 1952 con 48 años.
Además de dejar un sinfín de gags, divertidos episodios en la serie que lo hizo mundialmente famoso, Jerome participó de más de una veintena de largometrajes y cortos; fue reconocido como actor de cine, televisión y de teatro, y también como guionista, actor de voz y productor cinematográfico. Quizás, la faceta menos conocida (excepto por su fanáticos) era la de proteccionista y su incansable labor por los perros abandonados: llegó a rescatar a unos 5 mil de las calles. Aunque ya tenía una decena en su casa, adoptó varios y se ocupó personalmente de buscarles un hogar a los que iba rescatando. Mientras eso sucedía, los tenía en tránsito, como se llama hoy a la acción de rescatar a un animal, tenerlo en casa y darles los cuidados necesarios hasta que encuentran, finalmente, una familia.
El apodo se debe a que Jerome tenía la cabeza llena de rulos, los que rapó para encajar con las características del personaje que lo inmortalizó junto a sus hermanos.
En el contrato, según los investigadores de su vida, pidió una clausula especial a Columbia Pictures: que le permitan llevar a sus perros al estudio de grabación porque no los quería dejar solos mientras trabajaba. En el ambiente, ya era conocido no solamente por su amor a los canes sino por parar en cualquier camino para rescatar de las calles a cualquier perro que veía desahuciado, algo poco frecuente en la década de 1930.
Respetando ese deseo, Columbia aceptó, pero pidiéndole que no fueran más de dos cada día de grabación porque, sobre todo los cachorros, hacían de las suyas en el set: aparecían en medio del rodaje y se convertían en parte de las escenas que finalmente eran emitidas al aire, manteniendo así la frescura del momento. Los fanáticos de la serie recuerdan, sobre todo en los grupos que reviven las series de antaño, como cada tanto se veían “invasiones sorpresa de perros en los primeros capítulos del programa”.
Había nacido el 22 de octubre de 1903 en Brooklyn, Nueva York, y que fue el quinto y último hijo de la familia Horwitz, motivo que le hizo ganar el apodo familiar “Babe”; tenía ascendencia levita y lituana judía. Con los años, cuando su melena rubia rizada comenzaba a llamar la atención (casi al tiempo en que su hermano se casara con una mujer llamada Babe), el apodo cambió a Curly (palabra en ingles que significa rizos) y hasta se le pidió que lo mantuviera para el personaje que lo consagró.
En el escenario, creó una serie de reacciones y expresiones (y sonidos onomatopéyicos) que el resto del elenco debió comprender además de copiar: “N’yuk, n’yuk, n’yuk”, lo usaba cuando se reía de sus propias ocurrencias; “Woo, woo, woo”, lo usaban para mostrarse asustado, cuando cortejaba alguna dama o cuando huía de un peligro; “N’yahh!”, expresión de miedo que los demás Chiflados siguieron usando luego de que Curly dejó el ciclo. Finalmente, “Ruff, ruff”, como no podía ser de otra manera, inventó un ladrido de perro.
Hasta en esa expresión que usó para darse valor y antes de terminar una escena, Curly quiso homenajear a sus amados perros, a quienes no dudaba en proteger. Cuando el grupo salía de gira por distintas ciudades, le bastaba pasar por cualquier sitio y ver a uno solo y desamparado para frenar, acercarse, tomarlo entre sus brazos y seguir camino con el animal encima.
Aunque nadie lo escribió en su biografía, no sería extraño que le conversara en el camino. Al menos, sus conocidos contaron en distintas entrevistas tras su muerte que además de llevarlo a su casa y mantenerlo a salvo hasta encontrarle una familia, cuando lo lograba lo visitaba. Actualmente, a eso se le llama seguimiento de la adopción.
Se estima que fueron 5 mil los perros a los que Curly, salvó y les cambió la vida. Sin dudas, fue uno de los primeros rescatistas del siglo pasado. En su hogar convivía con dos perros de raza Collies, un Cocker Spaniels, algunos Schnauzers miniatura y un Boxer.
En el libro “Curly: An Illustrated biography of the Superstooge”, de Joan Howard Maurer (la hija de Moe Howard), cuenta sobre el carácter de esos perros, a los que califica como “los engreídos del tío”. “Algunos ladraban hasta el cansancio, otros eran ariscos, pero todos eran perros de un solo dueño y amaban únicamente a Curly. Para Curly, sus compañeros caninos no le pedían mucho, siempre eran afectuosos, costaba muy poco dinero cuidarlos y eran leales para siempre”.
En una entrevista su exesposa Elaine Ackerman (con quien se casó en segunda nupcias el 7 de junio de 1937) recordó un triste momento en la vida del actor, incomprendido por su familia: “Teníamos un perrito, era cachorro, y él estaba loco por ese perro, amaba a todos, pero era loco por ese. En un momento, recuerdo muy bien ese día, salió conmigo a dar un paseo y cuando vio a Curly venir caminando fue corriendo hacia él, pero cruzó delante de un coche y lo mataron delante de nosotros”.
Curly corrió desesperado hacia el animal del cual la mujer no cuenta el nombre y, relata la situación algo risueña. “Yo no quería volver a casa porque él estaba muy enojado, molesto, se había puesto realmente muy mal”, revela. El genial actor no pudo levantar solo al animal y le pidió ayuda a su hermano para hacerlo, quien sin comprender el amor que sentía por sus perros, le sugirió que buscara otro…
De ese matrimonio nació Marilyn, la primera hija de Curly, pero la pareja se divorció el 11 de julio de 1940. El 17 de octubre de 1945 se casó con Marion Buxbaum, de quien se divorció después de tres meses, el 14 de enero de 1946, hecho que la prensa del momento le dio una gran cobertura porque debieron pasar por los tribunales. Tras esa separación, la salud del también guionista comenzó a decaer.
A sus 30 años, Curly se había convertido en la estrella indiscutida del programa con mayor audiencia. Su personalidad, sus gestos, expresiones y el desborde de carisma, además de los actos acrobáticos, pronto lo convirtieron en el favorito de la audiencia. Su espontaneidad innata, porque no tuvo formación actoral, traspasaba las pantallas.
De eso dieron cuenta los directores que no dudaron en llenarlo de elogios al enfatizar que los libretos en las escenas de Curly prácticamente no existían porque él “simplemente improvisaba y cambiaba el argumento del libreto, por falta de memoria”. Entre las clásicas rutinas, los objetos que volaban por los aires, como tortas, herramientas, utensilios —con los que también se golpeaban— eran usadas a su libre albedrio para lograr escenas en las que él dejaba salir su ingenio.
Su propio hermano Moe recordó que Curly solía olvidar sus líneas y repasó un momento muy particular: en una escena se olvidó por completo que debía decir y se titó al suelo, empezó a girar como un trompo hasta que, finalmente, recordó el diálogo.
Pero, detrás de cámara era una persona introvertida que raramente socializaba con la gente excepto que sus hermanos estuvieran cerca.
Durante los últimos años de matrimonio con Elaine, Curly subió excesivamente de peso y comenzó a tener hipertensión. La fama le ocasiono situaciones con las que no pudo lidiar y comenzó a tener también problemas emocionales que lo llevaron a beber demasiado. A eso, se le sumó la falta de interés en su vida financiera, la dilapidación de bienes y de la mayor parte de su fortuna: gastaba exageradas sumas en bebidas, propiedades que luego perdía y autos. Mantener bien a los perros también le costó un buen dinero, pero el fin era valido.
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