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Este talentoso músico uruguayo define su música como resultado de distintas fusiones: milonga, choro, chacarera, zamba, aires peruanos, candombe y ritmos de Brasil. Algunos entendidos destacan su estilo como una nueva tanguez.

Jorge Alastra es guitarrista y cantante, compositor de canciones (letra y música) y productor artístico. Es además docente de guitarra y ejerce el periodismo cultural con una mirada muy profunda de la música actual, contextualizando y ejemplificando con agudo sentido crítico.

Premios: Graffiti 2008 a la Mejor Edición por “Una de Cabrera”; Primer Premio Canción del Bicentenario por su creación “Hacia el Ayuí” (2014); Graffiti 2013 al Mejor Álbum de Tango por Baldosa floja (con Malajunta Trío)

Ediciones como solista: Parte (2007), Puente aéreo (2009), Tres (2012) y Azar (2016); con Malajunta: Baldosa floja (2013), Dar (2016) y Tango infinito (2021).

Desde 2021 forma Pavana Criolla junto al músico uruguayo Gustavo Goldman, donde fusiona música del Renacimiento con obras populares del Río de la Plata.

Apareces como músico, compositor, arreglador, productor artístico e intérprete. ¿Podrías darnos más especificaciones o son, a tu criterio, todas facetas de lo mismo: músico?

Ser músico abarca en este siglo un montón de cosas, muchas más que en el pasado, pues se ha diversificado el oficio. Hoy hay que saber más de ciertas cosas que antes un músico no tenía por qué conocerlas. En la producción está bueno saber algo de sonido, aún lo mínimo, como es mi caso y estar al tanto de las nuevas tecnologías. Eso nada significa que tu trabajo sea mejor. Es decir, la música siempre escapa a estos artilugios, ya que si no está buena, por más tecnología que exista, termina siendo un fiasco el resultado final. Luego, ser músico instrumentista es distinto a ser alguien que escribe textos, o sea, que hace canciones. Son materias distintas. La canción es un artefacto complejo, que hoy está banalizado. No cualquiera escribe una canción valedera, aunque eso sea rebatido por el mercado. Si un artista sin canciones llena tres estadios, cualquiera dirá “Es un gran músico.” Pero eso puede significar que ha aceptado ciertas reglas y que ha entrado al mercado de la mentira, donde lo que es válido es la imagen proyectada, la juventud, la belleza física, etcétera. Estos elementos nada tendrían que ver con el hecho musical, pero hoy por hoy, hablando de música popular, es lo que más se convalida.

A las actividades anteriores se suma la docencia. ¿Cómo enfocas los talleres musicales y las clases particulares? ¿Tienes algún método según la edad? ¿Qué niveles prefieres y por qué?

Las clases que doy son eclécticas y dependen de quién viene y qué busca. No soy de utilizar un programa, pues creo que eso no existe, ya que cada uno tiene distintas virtudes y defectos. Hago talleres para sobrevivir, pero en el fondo, no soy partidario de los talleres, pues como dije antes, no todos los individuos son iguales y hay que tratarlos de forma personalizada. Pero hay gente que prefiere la interacción, estar con otros, y si me pongo quisquilloso no tengo trabajo.

Por si fuera poco, también incursionaste en el periodismo cultural. ¿Cómo se dio esa incorporación? ¿Qué te motivó a escribir?

Me interesa la escritura desde siempre. Hace un par de años empecé a escribir en mi Facebook pequeños comentarios de música popular uruguaya. Luego, hice una crítica al espectáculo de Jaime Roos (en realidad, fue al ensayo general antes de su espectáculo en el Estadio). Ese texto tuvo buena recepción pública, tanta que desde Montevideo Portal se interesaron en publicarlo. No podía creer que un texto personal y no periodístico tuviera ese interés. Después me contactó Federico Meneses de Cooltivarte para que publicara ahí mis textos de comentarios sobre música popular uruguaya. Me di cuenta de que estaba escribiendo algo interesante y eso me dio una enorme satisfacción porque lo que escribo es porque me interesa en lo personal y no es algo que hago para un público determinado. En este momento escribo artículos de música para el semanario Voces.

Tanto en versiones, como en temas propios destacas el aporte de otros músicos (y poetas). ¿Es una premisa consciente o simplemente espontánea que aflora al momento de componer?

Sí, uno jamás está solo cuando escribe, así esté aislado en una montaña. Los fantasmas están siempre al acecho porque la música (el arte en sí) es un hecho colectivo. Nadie, ni Bach, pudo escribir su música sin un pasado musical que lo alimentara. El hecho de la composición es algo misterioso porque el cerebro es un misterio y en esos circuitos neuronales está ese misterio que produce que de repente compongas de la nada una música determinada. Pero ese proceso se retroalimenta. Hay veces que pasás meses o años sin componer nada.

¿Cómo fue tu propia formación? ¿Tuviste apoyos o buscaste tu propio camino?

Estudié guitarra clásica algunos años, pero en materia de música popular me fui formando solo, estudiando de forma empírica. Se entronca un poco con la respuesta anterior: nadie estudia y aprende solo. Es un camino colectivo, vos solo te servís del material que alguien ya trabajó. La mayoría trabajamos con materiales de desecho, hasta que aparece un genio e inventa nuevos materiales.

¿Cuáles son tus referentes musicales y poéticos? ¿Un buen letrista es sinónimo de buen poeta?

Tengo un grupo de artistas que han sido luces en el camino. Desde joven, de Uruguay admiré a Jaime Roos (hasta hoy lo sigo haciendo), a Galemire, a Cabrera. Son todos ellos músicos en serio, que han tomado el camino de la música como un religioso toma sus votos. Ellos serán siempre dignos de respeto. Luego hay gente de “afuera” que son artistas claves para cualquiera que sea o quiera ser músico: Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Lennon, Buarque o Rubén Blades. En cuanto a la poética de la canción es distinta a la poesía pura. Son primas, pero no hermanas. Un texto de canción dista mucho de ser un poema, por más que a veces lo parezca. Cuando un texto de canción se vale por sí solo, fuera de su música, puede haber dos lecturas: o es mala la música que lo acompaña o es genial el todo. Pasa con Buarque o con Blades.

¿Qué guitarra tienes? ¿Hay buenos lutieres en nuestro país? ¿Qué les dices a los que tocan de oído? ¿Se puede aprender a tocar por tutoriales?

No le doy mucho interés al tema “qué guitarra usás”. Nunca fui por ese lado. Gracias al Fonam tengo una guitarra Miranda que me gusta cómo suena, pero no es algo que me quite el sueño. He tocado con guitarras malas y regulares, lo que importa es lo que hacés con ella. La guitarra acompañante es un oficio en sí mismo. Y es un trabajo que se logra–si el que toca también canta– con mucho trabajo para independizar ambos lenguajes. La frase “tocar de oído” es algo que nunca comprendí [risas]. Se supone que utilizás el oído siempre. La frase es falsa porque determina que el que no sabe leer o escribir música en un pentagrama, es un analfabeto de la música. Tengo datos de lo contrario. Mucha gente que sabe leer sin problemas una partitura puede ser un completo burro musical. Y alguien que no sabe leer absolutamente ningún pentagrama puede ser un genio: Mateo, Lennon y McCartney o Chico Buarque, por ejemplo.

En materia de producción cultural, ¿cuál es el rol del Estado? ¿Se puede vivir de la música? ¿Qué les aconsejas a tus alumnos en materia de marketing?

El Estado uruguayo ha estado y creo que va a estar de espaldas a la cultura. Hacer concursos y dar becas no es estar con la cultura. Es algo más. Y por más que se ha mejorado y se hacen llamados tras llamados, noto que, a la larga, es una estrategia para decir que se está haciendo algo. No existe un proyecto de fondo. Los artistas vamos detrás, desesperados, para ver si entramos en tal o cual llamado. Eso no es un plan cultural ni nada. De marketing no conozco casi nada y no puedo opinar. Sé que no he hecho buen marketing. Las plataformas son las únicas vías que existen (más allá de tu presencia en público). Pero es lo que se puede explotar, aunque también eso tiene su precio. Si colocás una gran canción en las redes, pero eso no viene acompañado de todo el set requerido: imagen, vestuario, belleza, juventud, cantidad de likes, etcétera, eso queda en vía muerta; tal como si no lo hubieras producido. Con suerte, alguien interesado y sensible, que solo esté detrás de un hecho musical y no del circo, te haga un comentario amable.

¿El tango tradicional está en retroceso? ¿Hay una diáspora de músicos o sobrevive en estilos y en la fusión con las nuevas generaciones?

El tango está muerto, pero la gente lo sigue requiriendo cada vez más. Es medio loco. Tiene que ver con el auge de las milongas, del baile. Esas milongas se interesan solo por la danza y no por la música que se baila, que la mayoría de las veces es música de segunda. A veces se cuela una gran orquesta, pero la idea es social, bailar y nada más. El tango está en un sarcófago con luces de neón. Y sigue así. El público busca eso. Los artistas que viven de eso tienen trabajo y eso está bueno, aunque no esté de acuerdo. Hay amigos, grandes instrumentistas y cantores, que viven de hacer el tango que ya falleció. Y no veo interés en hacer algo más interesante por ahora.

Si tuvieras que elegir ¿a qué lugar quisieras ir como músico?

Me encantaría conocer Europa: Francia, los Países Bajos, Italia. De ahí provenimos, la mayoría.

Mary Ríos
Fuente de esta noticia: https://www.xn--lamaana-7za.uy/cultura/aca-y-ahora/

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