Durante un seminario científico sobre la caatinga, el presidente del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA), Rodrigo Agostinho, alertó que Brasil ha perdido 34 millones de hectáreas de los 82,6 millones que conforman este bioma. En presencia de la ministra brasileña de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, se discutieron los desafíos para alcanzar el objetivo de deforestación cero en el Nordeste brasileño.
Agostinho resaltó la urgencia de implementar una política pública específica para la caatinga, evidenciada por el alto número de especies únicas afectadas por la actividad humana.
“La caatinga tiene el 60% de su vegetación nativa ocupada, y gran parte de esta ha experimentado un proceso de antropización, incluyendo la tala, las quemas repetidas, la extracción selectiva de vegetación y animales, así como la introducción de especies exóticas”, señaló.
Como consecuencia, ya se observan efectos como la desertización de más del diez por ciento del bioma. Para Agostinho, esto debe abordarse mediante la creación de unidades de conservación, la restauración de la vegetación autóctona y la recopilación de datos para promover su protección y uso sostenible.
El presidente del Ibama enfatizó la importancia de mejorar el proceso de licenciamiento ambiental y demarcar los territorios de las comunidades tradicionales para evitar su desplazamiento por actividades comerciales. “Es un desafío que varias de nuestras poblaciones tradicionales, como los sertanejos, no sean reconocidas, ya que esto abre la puerta a que empresas lleguen repentinamente y desalojen rápidamente a estas comunidades de sus territorios”, argumentó.
Advirtió asimismo sobre la importancia de una transición energética que respete la caatinga, subrayando que el desarrollo de energía eólica y fotovoltaica no debe implicar la deforestación del bioma. “No tiene sentido promover la energía eólica y solar si su implementación conlleva la deforestación de extensas áreas de la caatinga, simplemente porque la tierra es más barata”, dijo.
Según el Ibama, se requieren estrategias más sólidas y coordinadas para hacer frente a la deforestación, los efectos del cambio climático, la extinción de especies y los incendios forestales. “El año pasado retomamos con determinación y estrategia la inspección de la caatinga. Incrementamos las actas de infracción en un 69% y las multas en casi un 600%, específicamente en este bioma. Ampliamos los embargos, que quizás sean la estrategia más efectiva para combatir la deforestación, y hemos intensificado los decomisos. Sin embargo, ahora nos damos cuenta de la necesidad de desarrollar estrategias sólidas para abordar este problema”, enfatizó Agostinho.
La ministra Marina Silva coincidió con Agostinho y mencionó que la protección de los biomas brasileños es una prioridad en las políticas gubernamentales. Citó el Plan de Transformación Ecológica presentado durante la COP28 como un ejemplo de compromiso en la lucha contra la deforestación. Enfatizó que esta lucha es un compromiso político, ético y social, ya que la diversidad del mundo es invaluable. “Luchar contra la deforestación es un compromiso político, ético, social y estético, porque este mundo diverso es maravilloso”, expresó Silva.
Fuente de esta noticia: https://agenciabrasil.ebc.com.br/es/geral/noticia/2024-04/brasil-ha-perdido-34-millones-de-hectareas-de-caatinga
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