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La vida de Victoria Eugenia Henao, la viuda de Pablo Escobar, y el secreto íntimo que guardó durante 44 años

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El narcotraficante más temido la conoció cuando él tenía 23 años y ella, doce. Se propuso conquistarla mostrándose gentil y agradable con el fin de apoderarse de sus sentimientos y de su cuerpo. El dolor de haber vivido con un hombre por el que no sabe si sintió cariño o terror y cómo se atrevió a contarle su confidencia a Juan Pablo y Manuela, sus hijos.

Todavía se pregunta cuando está a solas cómo pudo sobrevivir a tantas situaciones límites en las que infinidad de veces no solo estuvo en juego su existencia, sino también la de sus hijos. Victoria Eugenia Henao -devenida en María Isabel Santos Caballero tras el cambio obligado de identidad para salvar su vida-, la viuda del temido narcotraficante colombiano Pablo Emilio Escobar Gaviria, sigue sin encontrar respuestas.

Siempre le tuvo terror a los enemigos de su esposo que en la despiadada disputa millonaria por el tráfico de cocaína le juraron muerte a él, a ella y a sus dos hijos, Juan Pablo Escobar -luego Juan Sebastián Marroquín Santos- y Manuela Escobar -Juana Manuela Marroquín Santos-.

Pero también él le inspiraba temor y hasta pensó en que si lo abandonaba existía la posibilidad de que tomara represalias en su contra. Vivió una relación permanente de amor-miedo que perduró hasta que a Escobar lo asesinaron el 2 de diciembre de 1993 cuando huía sobre un tejado en Medellín, aunque su familia sostiene que se suicidó porque siempre les había confesado cuando lo buscaban desesperadamente para extraditarlo: “Prefiero una tumba en Colombia, que una cárcel en los Estados Unidos”.

Su vida y sus horrores junto al narcotraficante más temido del Cartel de Medellín los fue contando y relatando en variadas entrevistas en gráfica, televisión y radio, en especial de Colombia y también de Argentina, donde reside desde 1999, único país en recibirla junto a sus hijos más allá de las vicisitudes que experimentaron cuando arribaron al país, y luego ella y su primogénito fueron detenidos.

En el documental Tata, la viuda de Pablo Escobar, que lanzó DirecTV en su plataforma de streaming, Victoria cuenta verdades, horrores y misterios de su vida junto a él en dos capítulos imperdibles.

"Tata, la viuda de Pablo Escobar" es un documental que retrata la vida de Victoria Eugenia Henao (Gentileza DirectTV)
“Tata, la viuda de Pablo Escobar” es un documental que retrata la vida de Victoria Eugenia Henao (Gentileza DirectTV)

Pablo la apodó “cariñosamente Tata”, y a partir de allí se convirtió en dueño y señor de su futuro, aún hoy después de muerto, ya que sigue enfrentando a cada paso las consecuencias de haber sido su esposa.

Durante muchos años la mujer expresó que guardó silencio por respeto a la infinidad de víctimas inocentes de lo que denominó una “trágica historia”. Aquí enfrentó y describió con detalles cómo convivió con la violencia de quien fue su marido y también de sus enemigos que habían jurado una venganza que lo incluía a él y a toda la familia…

Otro documento revelador fue su libro Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar de Editorial Planeta en el que Henao habló a corazón abierto y reveló con minuciosidad todo tipo de sufrimientos, enigmas y luchas que se le fueron planteando y debió resolver siempre en la soledad más absoluta.

La historia cuenta que tenía apenas 12 años cuando lo vio por primera vez y Pablo ya transitaba los 23. Pero a él no le importó que era una niña inocente, se propuso conquistarla mostrándose gentil, agradable y hasta romántico con el fin de lograr su objetivo hasta apoderarse de sus sentimientos y de su cuerpo. En el libro ella relata que durante 44 años guardó un secreto jamás contado a sus hijos que la atormentó durante todo ese tiempo y sigue pesando en su mente.

La situación ocurrió a sus 14 años, cuando Pablo, ya de 25, la sometió a una relación sexual tan inesperada como no deseada, una violación en la que el pánico se hizo presente por primera vez.

Victoria Eugenia Henao junto a Pablo Escobar Gaviria. Él nunca dejó de decirle que la amaba (Victoria Eugenia Henao – Editorial Planeta)
Victoria Eugenia Henao junto a Pablo Escobar Gaviria. Él nunca dejó de decirle que la amaba (Victoria Eugenia Henao – Editorial Planeta)

Conmovida y sacudida por semejante hecho la mujer describió que tiempo después él la pasó a buscar por su casa y la llevó a una vivienda precaria de un barrio marginal de Medellín donde una mujer “me pidió que me recostara en una camilla y acto seguido introdujo en mi vientre varios tubos plásticos de esos que se usan para canalizar venas, y se limitó a decir que servirían como prevención”, describió en una biografía reveladora, subtitulada como El testimonio de la esposa del narco más peligroso del mundo.

Ella consultó con timidez a qué se refería cuando habló de prevención. Escuchó la respuesta y un frío volvió a invadir su cuerpo lacerado. La señora le dijo que podía estar embarazada. Acababa de practicarle un aborto a una niña que apenas había comenzado la escuela secundaria…

Con semejante dolor físico y mental Victoria siguió yendo al colegio, soportando molestias que se tornaban insufribles y guardando un secreto que la avergonzaba y que no podía contar a su madre ni a nadie de su familia porque se vio sometida y obligada a los mandatos machistas y culturales de la época.

Con toda esa carga siguió adelante y sobrellevó lo que sería el primer sufrimiento atroz al que por entonces su novio, luego su esposo, la sometió.

Se casó por iglesia a los quince años y tuvo a su primer hijo, Juan Pablo, hoy Sebastián en los documentos, cuando todavía era una adolescente y no había terminado la escuela. Ante ese hijo confesó hace pocos años la violación que padeció y a la que la había sometido Pablo, porque seguir guardando ese secreto la agobiaba.

La mujer se casó por iglesia a los quince años y tuvo a su primer hijo, Juan Pablo, hoy Sebastián en los documentos, cuando todavía era una adolescente y no había terminado la escuela (Victoria Eugenia Henao – Editorial Planeta)
La mujer se casó por iglesia a los quince años y tuvo a su primer hijo, Juan Pablo, hoy Sebastián en los documentos, cuando todavía era una adolescente y no había terminado la escuela (Victoria Eugenia Henao – Editorial Planeta)

A él, hoy un adulto de 47 años, escuchar semejante crudeza lo destrozó anímicamente. Hasta ahí era consciente de las actividades ilícitas de su padre como narcotraficante. Es más, dedicó su vida a brindar conferencias por todo el mundo en las que siempre se expresó contra las consecuencias que producen la comercialización y el consumo de drogas. Además publicó dos libros también editados por Planeta, Pablo Escobar, mi padre, las historias que no deberíamos saber y Pablo Escobar in fraganti, lo que mi padre nunca me contó, con todo lo que ello implica.

Hasta allí pensó que conocía todo acerca de su progenitor. Pero enterarse de ese abuso de boca de su propia madre fue demasiado para él. Y trastocó para peor la imagen que ya tenía de su papá, porque si bien lo reconocía como una persona agresiva, jamás imaginó que fuera capaz de cometer semejante atrocidad con su mamá.

Luego Victoria necesitó aún más coraje para contárselo a Manuela, su hija, a quien como pudo intentó mantener ajena de situaciones de violencia que la familia entera tuvo que sufrir. La más terrible ocurrida en 1988, cuando explotó lo que se llamaba un carro bomba instalado por los integrantes del Cartel de Cali, que detonó frente a la vivienda que ocupaban en el Edificio Mónaco en Medellín cuando ella tenía apenas tres años y salvó su vida de milagro, pero el hecho le dejó secuelas auditivas.

En el libro su mamá explicó que la joven de por entonces treinta y tres años le hizo infinidad de preguntas y no alcanzó a comprender cómo su papá se atrevió a tanto, poniendo en juego nada menos que la vida de la mujer que decía que amaba.

"¿Cómo hizo para dormir con ese monstruo?", me preguntó una de las víctimas de mi marido, Pablo Escobar. "¿Era cómplice o víctima? ¿Por qué no hizo nada? ¿Por qué no lo dejó? ¿Por qué no lo denunció?", dice la mujer en el prólogo de su libro
“¿Cómo hizo para dormir con ese monstruo?”, me preguntó una de las víctimas de mi marido, Pablo Escobar. “¿Era cómplice o víctima? ¿Por qué no hizo nada? ¿Por qué no lo dejó? ¿Por qué no lo denunció?”, dice la mujer en el prólogo de su libro

Si bien Victoria Eugenia Henao pudo quitarse esa carga que pesaba sobre su conciencia, lo cierto es que por más que intentó no logró responder todas las dudas que le planteó.

Siguió adelante a pesar de todo, siempre quiso saber y profundizar aún más en esa circunstancia que le tocó vivir, asistiendo a grupos terapéuticos de contención y consultando a profesionales que le confirmaron sin tapujos que a lo que la había sometido Pablo fue lisa y llanamente a una violación. Una conducta propia de un psicópata manipulador, según los expertos, que sentía que ella le pertenecía y podía decidir sobre su cuerpo y su comportamiento sin importarle lo que sentía o pensaba, colocándola en riesgo permanente.

Los especialistas le aseveraron que su reacción fue propia de alguien que aguantó como pudo semejante ultraje. No solo no pudo reaccionar, sino que buscó en su interior para protegerse la forma de no generar ningún acto que pudiera exacerbar aún más ese comportamiento con el objetivo de calmarlo para poder salir de esa situación escalofriante.

Nunca pudo saber si aquel sentimiento poderoso que sintió por Pablo Escobar fue cariño o terror. Resultó una víctima más de alguien que se había acostumbrado a imponerse a través del miedo.

Fue el único hombre de su vida, ella lo acompañó fielmente hasta su muerte y nunca dejó de decirle que lo amaba.

infobae.com


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